El 6 de noviembre de 1985, mientras el M-19 se tomaba a sangre y fuego el Palacio de Justicia, los canales de televisión nacional transmitían el partido Millonarios - Unión Magdalena, que empezó, como estaba previsto, a las 8:30 de la noche y acabó 2-0 a favor del equipo capitalino. Más de treinta años después, sigue sin estar claro si la orden de programar el juego la dio la ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, o si vino del propio presidente Belisario Betancur, pero es evidente que el objetivo era desviar la atención de la ciudadanía con lo que ya entonces, como ahora, era el verdadero opio del pueblo: un partido de fútbol.
La metáfora es poderosa, vaya si no: el mayor símbolo de la justicia nacional ardiendo en llamas mientras no muy lejos, en el estadio El Campín, veintidós hombres corrían tras un balón como si no hubiera pasado nada, y cientos más celebraban al otro lado del televisor los goles del equipo capitalino. Volví a pensar en la escena -y en lo absurda que resulta-, luego de escuchar la noticia de que Carlos Antonio Vélez emitió un editorial en su programa radial criticando a los estudiantes que saldrán a marchar el próximo jueves, y se lamentó porque el paro afectaría, quizás, la jornada futbolera que se iba a realizar ese día. “Nosotros tenemos derecho a jugar al fútbol, el 21 tenemos fecha y no la vamos a poder hacer porque hay unos tipos listos para generar violencia. Todos somos soldados ese día”, dijo entonces, indignado, con su tonito nasal y ese lenguaje grandilocuente, digno de un grecocaldense, que por algún motivo incomprensible todavía lo hace sentir más culto, más preparado.
Perdonará Vélez que unos estudiantes enardecidos estuvieran a punto de dañarle su diversión principal (al final pasaron la fecha para mañana miércoles), pero ya debería saber, a estas alturas, que ahora mismo hay cosas mucho más importantes que el fútbol. El paro de pasado mañana no solo está justificado por numerosas razones, sino que debería ser deber de cada colombiano consciente -no digo que todo compatriota: ojo-, protestar contra este gobierno improvisado, que año y medio después de posesionarse sigue tambaleándose sin rumbo.
Es una lástima que en Colombia el fútbol sea tan poco político: se me vienen a la mente muy poco futbolistas nacionales que, para bien o para mal, hayan expresado su inconformismo contra algún gobierno; mientras tanto, los jugadores de la selección chilena dan ejemplo al anunciar que no se presentarán al partido amistoso que tenían programado mañana contra Perú. "Hay un partido más importante que es el de la igualdad, el de cambiar muchas cosas para que todos los chilenos vivan en un país más justo", dijo Gary Medel.
Así que mientras el fútbol siga siendo aquí un simple distractor, como lo es desde hace tantos años, el vetusto Vélez está mandado a recoger. El jueves hay que salir a la calle, en masa, para hacer que este gobierno enclenque escuche al fin la voz del pueblo.
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