Quienes cada año esperamos el Informe Mundial de Desarrollo Humano auspiciado por Naciones Unidas, estamos un poco decepcionados porque el más reciente se publicó en 2016. Pensamos que este año ocurriría lo mismo que hace diez: el informe no se publicó en 2007 pero en 2008 salió el informe bianual 2007/2008. Sin embargo, todo parece indicar que este año tampoco habrá informe. Lo que hizo el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD hace un par de semanas fue publicar una actualización de los indicadores de desarrollo humano y lanzar (ayer 20 de septiembre) el índice global de pobreza multidimensional. 
Es una pena que no haya informe mundial este año. Los informes no solo son documentos sino procesos que se ocupan de abordar problemas que constituyen obstáculos de primer orden para la ampliación de las opciones de las personas. Estos informes suelen ir acompañados de un conjunto de recomendaciones de política orientadas a remover o superar esos obstáculos. Los informes del PNUD, a diferencia de informes de otras agencias multilaterales u organismos internacionales, no son documentos oficiales producidos exclusivamente por sus funcionarios sino, textos elaborados por equipos de investigadores que gozan de amplia independencia académica. 
Esos equipos, apoyados en la capacidad de convocatoria que tiene Naciones Unidas, promueven una amplia consulta social con el propósito de asegurar la pertinencia tanto del análisis de los problemas de desarrollo humano como de las propuestas de política o líneas de acción sugeridas en los informes. Una vez publicado cada informe, el PNUD pone en marcha un proceso de diálogo público para la divulgación y promoción de las recomendaciones entre los diferentes actores y entidades involucradas. Esto aplica para los informes mundiales y especialmente, para los informes regionales, nacionales y locales. De hecho, existe, para el caso de los informes nacionales y locales, una política corporativa del PNUD para asegurar que los informes sean un proceso deliberativo, riguroso y orientado a la construcción de consensos.
En Colombia se han publicado ocho informes de desarrollo humano: cinco nacionales (1998, 1999, 2000, 2003 y 2011) y tres locales: (Eje Cafetero, 2004; Valle del Cauca, 2008; Bogotá, 2008). Es importante que en este difícil proceso de transición luego de la firma del acuerdo de paz con las Farc, se aproveche el potencial deliberativo y propositivo que ofrecen los procesos de construcción de los informes de desarrollo humano. 
Sobre los indicadores globales de desarrollo humano vale la pena destacar algunos resultados. Colombia mejoró su posición con respecto al informe de 2016. Pasó de la posición 95 a la 90 en el ordenamiento de mayor a menor índice de desarrollo humano IDH, entre 189 países. Por encima de Colombia están, entre otros, México, Brasil, Ecuador y Perú. Venezuela también aparece todavía por encima de Colombia (¡excepto en el ingreso!). Sin embargo, habrá que indagar a qué año corresponden los datos más recientes. Noruega ocupa el primer lugar y Níger, en África occidental, el último. En América Latina y el Caribe los mejor ubicados son Chile, Argentina y Uruguay. Los peor ubicados son Haití, Honduras y Guatemala. 
En cuanto a los componentes del IDH en Colombia, la expectativa de vida al nacer en el país aumentó de 74,2 años a 74,6. El número de años de escolaridad que, en promedio, una niña o un niño que entra hoy a estudiar puede alcanzar en su vida, aumentó de 13,6 a 14,4. El promedio de años de escolaridad de la población de 25 años de edad o más pasó de 7,6 a 8,3. La capacidad adquisitiva aumentó 1,37 por ciento. La mala noticia es que esos avances son opacados por la desigualdad. Cuando se corrige cada dimensión del IDH de Colombia por la desigualdad en cada una, Colombia pierde 23,6 por ciento del valor del IDH. Con el IDH ajustado por desigualdad caemos 12 puestos en el ordenamiento de países. Las severas desigualdades son el mayor obstáculo para la ampliación de las opciones de la gente en nuestro país. 
Nota de pie: Los hinchas del Once Caldas estamos felices. Gracias profesor Hubert Bodhert y gracias muchachos por recuperar la dignidad de nuestro equipo del alma.