Perdieron influencia, peso e importancia con el correr de los años los directorios telefónicos, con sus robustos volúmenes de páginas blancas, los unos, y con sus páginas amarillas, los otros, cargados de frondosa pauta publicitaria.
Esta es una consecuencia de la impresionante transformación que han sufrido en el mundo las telecomunicaciones en los prolegómenos del tercer milenio.
Otros directorios en vía de extinción son los de carácter político, que en nada se parecen a las guías telefónicas del pasado, y que se han visto sustituidos por unos autocráticos jefes únicos, los más ambiciosos practicantes de los poderes omnímodos. Pero este rubro es harina de otro costal.
A nosotros nos acompaña desde que éramos unos aprendices del oficio que siempre nos ha dado de comer y de beber el muy apreciado Directorio de Periodistas Profesionales de Colombia, que publicó en 1979 el extinto editor argentino Vicente Stamato, el creador de las desaparecidas revistas “Antena” y “Hit”.
El tomo, de 385 páginas, circuló por primera y única vez hace 40 años, y es de un rico contenido que procuraremos resumir en esta entrega del Contraplano para que el lector calcule el tamaño de la obra del gaucho, auspiciada por la firma bogotana Servicios de Comunicación Social.
La portada es sobria y sencilla. Consiste solamente en su título y el año de su publicación. En la contraportada aparece un águila con sus enormes alas desplegadas y este mensaje de don Jaime Michelsen Uribe, cuando todavía no comparecía en los estrados judiciales:
“Apoyamos las ciencias de la comunicación. Banco de Colombia, el banco de Colombia… ¡su banco!”.
El Directorio entró en circulación con una merecidísima dedicatoria para el inolvidable colega Hernán Gallego, el padre del estatuto, que desgraciadamente hizo trizas, desde el seno de la Corte Constitucional, el magistrado Carlos Gaviria Díaz, para quien “el periodismo no es una profesión sino un oficio”.
Este disparatado concepto motivó la siguiente reacción de nuestro filólogo de cabecera, don Efraim Osorio López:
“Algún resquemor debió tener el señor Gaviria contra los periodistas para afirmar que el periodismo no es una profesión. Como para Ripley. Y eso que tuvo fama de inteligente. Lo único que tenía que hacer era consultar el diccionario. Que haya periodistas malos, no importa. En todas las profesiones hay malos, malísimos profesionales. Hasta en la medicina. De todo se ve en la viña del Señor”.
He aquí los diez capítulos del Diccionario, en el que vemos muchas caras amigas, unas todavía en circulación y otras que se han ido al más allá:
1) Sucesos periodísticos entre 1974 y 1979. 2) Asociaciones gremiales, especializadas y afines. 3) Apuntes para una bibliografía periodística colombiana. 4) Facultades e institutos de enseñanza de Comunicación Social.5) La libertad de prensa en Colombia. 6) Ley 51 de 1975 y disposiciones complementarias. 7) Código de Ética Profesional. 8) Un vistazo sobre el periodismo moderno en Colombia (1935). 9) Lista numérica de tarjetas profesionales. 10) Lista alfabética de periodistas profesionales.
La apostilla: El que no sabe y no sabe que no sabe, es un ignorante: enséñale. El que no sabe y sabe que no sabe, es sincero: ayúdale. El que sabe y no sabe que sabe, está dormido: despiértalo. El que sabe y sabe que sabe, es inteligente: síguelo. (Proverbio árabe).
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