Las siguientes son anécdotas de niños en una época en la que nos la pasamos más lavándonos las manos que amando o durmiendo por cuenta de ese bicho de ojos rasgados llamado coronavirus:
El padre le pregunta a la pequeña Mildred cómo va en aritmética. La respuesta llegó rápido: “Papi, sumar y multiplicar es muy fácil. Pero es que restar y dividir, que es lo mismo, pero al revés, es muy difícil”.
“Escribir sobre un homónimo parece como mirarse al espejo” (Tomás, de siete años, cuando su madre, Andrea Echeverri, le comentó que escribiría un perfil sobre la cantante roquera, Andrea Echeverri Jaramillo).
“Las culebras ruedan por el suelo como alambres doblados” (niño del taller de poesía del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, recientemente fallecido).
Abuelita esos niños que están en la televisión están jugando con la mamá y yo puedo hacerlo porque ya no tengo a mi mamá. La abuela trata de tranquilizarlo. “Valentino, tu mamá ya vive con Dios y él la está cuidando”. El niño vuelve a la carga: “Oigan a mi abuelita, si Dios no existe…. A Dios lo mataron en Semana Santa y lo pusieron en una cruz. Yo lo vi en la procesión”.
Respuesta que le dio un niño a su mamá que le preguntó dónde había aprendido a sacarse y comerse los mocos: “Lo aprendí solo”, reviró el bajito, y siguió creciendo.
Un niño inglés de diez años le escribió al entrenador del Liverpool, Jurgen Klopp, para pedirle el favor de que dejara perder a su equipo porque siempre ganaba. El técnico le respondió que su trabajo consistía en hacer ganar al equipo.
Como el padre y la madre del niño eran mujeres, habían tenido dificultades para encontrarle pediatra. Finalmente lo encontraron en el médico bogotano Germán Soto Moreno quien les hizo este planteamiento: “No soy quién para decidir el sexo de la pareja de nadie, con respeto profundo y con gusto las acompañaré en el reto de la crianza dispuesto a aprender y a aportarles en la aventura de la vida: muchas gracias por su confianza”. (Del libro “Cien anécdotas de los pediatras colombianos”).
Si no te manejas bien, el Niño Dios no te traerá regalos. “El Niño Dios no tiene tu celular” (Paz, cinco años).
“Mi mamá me ha enseñado siempre a valorar mucho las cosas. Por ejemplo, si a mí me llegan dos juguetes nuevos, yo regalo dos, porque hay que compartir y muchos niños los necesitan”, dice Hanny, de ocho años.
En un discurso el presidente Duque dijo: “Se acabará la mermelada en este país, no habrá más mermelada para nadie”. Su hijo Matías comenzó a llorar y a decir: “Pero si a mí me gusta la mermelada de fresa, ¿por qué mi papá me la va a quitar?”.
La tía le pregunta a Guadalupe, de siete años, si no le da pesar comer pulpo y calamares en el sushi. “No tía, responde Guadalupe, al tiempo que se engulle el bocado. Ellos están felices ¡porque yo los salvé de que se los comiera un tiburón”.
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