Un niño es como tener un Quevedo, un Borges o un Gabo en casa sin necesidad de cambiarle los pañales. De nuevo, tienen la palabra estos fabricantes de felicidad en pocas palabras:
Lucienne, siete años, en París, al ver imágenes de la Mona Lisa por toda la ciudad: ¿Quién es esa señora que está en todas partes? Ya me aburre, está hasta en la sopa.
Yo quiero soñar que seré un niño toda la vida (¿?).
Mami, ¿a dónde va el sol cuando se pone? (Niña en la película japonesa “Hacia la luz”).
Afanada, la madre lleva a su hijo de cuatro años adonde la pediatra pues se quejaba de dolencias en todo el cuerpo. En presencia de la médica el chiquitín aclara: “No, doctora, yo no tengo nada… yo solo quería verla, ya estoy bien”. (Del libro Cien anécdotas de los pediatras colombianos).
Mami, ¿sabes qué? Hay una cosa que me gusta mucho de Miami: no he visto a ninguna persona viviendo en la calle; eso me hace feliz (Sofía, siete años).
La mosca es un incesto (alumno del profesor Firpo, uruguayo, quien recogió en varios libros decenas de anécdotas de sus pupilos).
Otras perlas de alumnos de Firpo:
Ayer se me calló la boca.
Conozco a un hombre que trabaja de desocupado.
La boca es la parte del cuerpo que mastica más.
Ayer estuve pensando una hora seguida.
Mientras no llueva hay esperanzas de que no llueva.
La profesora Piedad confiesa ante sus alumnos su dolor porque uno de los niños le dijo la grande. Les pregunta cómo quitarse el dolor. Levanta la mano una niña y le dice: “Pues con Dólex, profe”. Otra le aconseja: “Pues llore”. La respuesta que más el gustó fue: “Perdonándolo”.
Pregunta Amalia (tres años):
Mami, ¿Para dónde vamos hoy?
Para ningún lado.
Amalia: ¿Y por qué vamos tan seguido allá?
No sé qué soñó, pero mi hija Verónica, de cinco años despertó, con una pregunta: "Mami, ¿cómo nació el mundo?".
Cuidado, el ajedrez enseña a pensar (Mafalda).
Una de las grandes frustraciones del niño William Randolph Hearts, magnate de la prensa amarilla, era que su madre no le regaló el Louvre cuando se lo pidió de regalo a los diez años.
Los niños daneses reciben clases de empatía. Sumar o leer es tan importante como valorar a los demás (guaqueando en la red).
Mamá, ¿para qué nací y para qué me despierto? (Fernando González, niño. Leído en el menú del bar de Otraparte, en Envigado).
“La infancia, ese gran territorio de donde todos hemos salido. ¿De dónde provengo? Provengo de mi infancia, como de un país”. (Antoine de Saint.-Exupéry, en Piloto de guerra).
Mi hijo me ha preguntado ¿hasta cuándo voy a ser niño?
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