Si tenemos en cuenta nuestra historia republicana de dos siglos, la mirada política que privilegia el eje derecha-izquierda es bien reciente. Hoy los medios, la opinión y los ciudadanos hablan de los candidatos de la derecha, del centro y de la izquierda. Se podría decir que esta visión se instaló en el 2018 con las elecciones presidenciales y se ha venido fortaleciendo desde entonces, siendo la perspectiva que dominará el ánimo del votante en las elecciones del próximo año. La discusión conservador-liberal, que dominó nuestra vida política desde mediados del siglo XIX, quedó atrás.
Es bueno recordar que hablar de derecha e izquierda en el mundo viene de los tiempos de la Revolución Francesa – 1789. Todo obedeció a la ubicación de los delegados en la Asamblea Nacional: los partidarios de cambios radicales y profundos se sentaron a la izquierda y los partidarios de conservar lo más que se pudiera del viejo orden monárquico se sentaron a la derecha.
El siglo XX trajo una mayor refinación y variedad en el espectro político, gracias a la ampliación del voto universal a sectores antes excluidos, la consolidación del mundo urbano, la industrialización y la formalización de las relaciones laborales. Adicionalmente, se cruzaron los ejes liberal-conservador y derecha-izquierda. Surgen y se consolidan partidos socialdemócratas, léase centro-izquierda, y demócratacristianos, léase centro-derecha. Estas dos últimas formaciones políticas han dado para el mundo grandes gobernantes desde hace un siglo.
En cuanto a derecha e izquierda, tal vez intuitivamente todos tenemos una sospecha del tema, pero ¿es suficiente? Pensaría que no, que si bien hay elementos válidos en las ideas que tenemos, también existen muchos prejuicios, temores y emociones, que producen muchas veces caricaturas de la realidad, lo que nada ayuda a resolver nuestros problemas políticos y sociales.
Básicamente, la derecha privilegia la autoridad del gobernante frente a los derechos de los ciudadanos, la actividad económica privada sin mayores límites por parte del Estado, y formas e instituciones sociales aceptadas por la mayoría y por tradición. En la derecha es común la existencia de ‘hombres fuertes’ como gobernantes y la dificultad de aceptar derechos nuevos, como la tutela, que empoderan al ciudadano. Se privilegia la actividad empresarial, ojalá sin cortapisas, y la extracción de recursos naturales sobre preocupaciones ambientales. En cuanto a lo social se defiende un solo tipo de familia, hay dificultad para aceptar la diversidad sexual y se respeta a regañadientes el Estado laico.
La izquierda es la antípoda de la derecha en ciertos elementos, pero se parece a esta en otros. En cuanto a la autoridad también termina representada por ‘hombres fuertes’; y ya en el poder, al igual que en la derecha, son amigos de restringir libertades y derechos ciudadanos. En economía limitan las fuerzas del mercado y pretenden redistribuir los recursos entre más agentes económicos, buscando redimir a los más pobres; pero es frecuente que la manera como quieren lograr este propósito termine asfixiando la producción requerida para satisfacer las necesidades básicas de la gente; su excesiva intervención entorpece procesos productivos necesarios, además de carecer de realismo frente a los recursos que una sociedad tiene en un momento determinado.
El centro político parte de un apego riguroso al Estado de Derecho, las libertades públicas y la división del poder estatal en sus diferentes ramas. El ciudadano es el centro de la acción pública. En economía respeta el mercado, pero establece un marco de acción que contenga a los más poderosos y proteja a los más débiles. Busca un crecimiento económico incluyente y sus políticas son reformistas, pero no temerarias como las de la izquierda dura. Entiende que las sociedades cambian y por eso acompaña temas como los derechos de poblaciones diversas. En lo ambiental asume su trascendencia, no gratis la mayoría de los partidos ambientalistas del mundo están en esta zona del espectro político. Y algo fundamental, el centro político respeta la democracia y entrega el poder sin el menor problema.
Como nunca antes, en las elecciones presidenciales del año entrante tendremos con suficiente claridad estas tres opciones. Por mi parte, sin la menor duda, votaré por el candidato del centro.
En una próxima columna veremos los nombres que representan estas tendencias.
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