A raíz de mi artículo anterior sobre la recolección mecánica, recibí comentarios de productores y técnicos comprometidos con los procesos de transformación para la calidad de la bebida, llamándome la atención sobre diversos puntos que había omitido. La calidad de la recolección es la base en la obtención de cafés especiales de alta calidad, me parece importante, como productor, expresar nuestros puntos de vista porque finalmente todo lo que hagamos en campo y en poscosecha se ve reflejado en el sabor de la bebida y eso es lo que presentamos, compran y pagan los comercializadores y tostadores internacionales.
Una de las recomendaciones del uso de la derribadora es la retención de pases para obtener más cantidad de grano maduro. Por muchos años Cenicafé ha recomendado el “rere” (recolecte y repase), una metodología de control de broca, que evita que el insecto entre en la almendra, demostrando eficiencia, al punto, que en muchas fincas, es la principal estrategia de control de la plaga disminuyendo o evitando el uso de insecticidas. Al retener pases por tres o cuatro semanas, en la rama tendremos café en todos los estados de maduración que serán indiscriminadamente derribados por la máquina, en los cuales la broca ya habrá entrado elevando los porcentajes de grano defectuoso. No parecería coherente la mecanización con las recomendaciones técnicas para la calidad, ya que al derribar desde flor hasta granos sobremaduros y secos, tendremos una masa heterogénea que necesitaría ser clasificada electrónicamente (con equipos que no tenemos) por color y densidad para separar los granos de acuerdo a su grado de madurez.
Con nuestra metodología actual de recolección grano a grano el porcentaje de verdes, pintones y secos puede ser del 3% al 5% en fincas muy eficientes, es frecuente y normal que en algunas suba al 10% (incluso así, a veces no llegamos al estándar del café de Colombia). De este porcentaje por lo menos el 10% de las cerezas secas despulpadas y el 25% de las cerezas pintonas, salen con mordeduras y laceraciones en la almendra, ya que no tienen suficiente mucílago, que las convierte en pasillas afectando determinadamente el factor de rendimiento y gravemente la calidad en taza. El 25% del café verde sale en la masa triturado y el otro 75% de las cerezas pasan para la pulpa destrozadas. ¿Hemos cuantificado, cuánto vale esto en la producción de una finca o una central de beneficio?, ¿hemos cuantificado el impacto en la calidad de la bebida en un panel de catación?
Por otro lado es necesario hacer clasificación y selección de cerezas antes del despulpado para no dañar las conversiones y la calidad de los diferentes coproductos del proceso, para agregar valor a nuestra producción. Ninguna de las despulpadoras actuales (que usan el mismo principio desde hace 150 años), está en capacidad de procesar cerezas con calidad separando por tamaño, color o densidad. Además si queremos generar coproductos de cáscara y mucílago que tienen un potencial nutricional y cosmético en los mercados no podemos poner en riesgo su calidad e inocuidad.
La nueva realidad de los alimentos en esta pandemia (cuando el mundo está mucho más atento a lo que se lleva a la boca) es que va a ser mas exigente en calidad, sanidad y potencial nutracéutico. La calidad es, ha sido, y será sinónimo de higiene, innovamos o nos quedamos en el mundo de la indiferenciación y el commodity. Recordemos que lo que está en juego es la calidad, la reputación y la prima del café de Colombia. Necesitamos coherencia entre el mensaje y la necesidad de calidad con la metodología y el desarrollo tecnológico para obtenerla.
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