Fecha Publicación - Hora

No es poco lo que se juegan los países de la Unión Europea en las elecciones que terminan mañana y que definirán el futuro de su parlamento, que es el futuro del modelo para los próximos cinco años. La amenaza del resurgir de nacionalismos populistas en el mundo, la incómoda posición de estados miembros que se sienten menospreciados, la salida de Gran Bretaña, ahora en suspenso, son ingredientes que le suman a una jornada que puede significar la consolidación o el retroceso. El temor es que los nacionalistas alcancen la tercera parte o más de los 751 escaños en juego.
Cuando surgió la Unión generó una esperanza para el mundo sobre lo que podía ser el nuevo orden mundial. Un lugar en el que paulatinamente las fronteras desaparecerían y la unificación de las monedas, el acuerdo sobre unos mínimos fiscales y democráticos permitía presagiar que esto era posible y que iba a ser ejemplo para el mundo. Así se pensó en otros mercados comunes como Mercosur o la misma Comunidad Andina de Naciones, que dieron los primeros pasos para avanzar en esa realidad deseable, pero hoy todo parece muy distinto y las imitaciones están lejos de alcanzar objetivos similares.
Mientras que las crisis económicas, el relajamiento en el control de que se garantizaran los compromisos y las migraciones hicieron que el modelo europeo se viera obligado a repensarse, pues las cargas que soportaron los más poderosos en esta Unión generaron muchas tensiones. Fue tanto que terminó en el brexit, que aún sigue sin concretarse y que le acaba de pasar cuenta de cobro a la primera ministra del Reino Unido, que enarboló esa causa, la conservadora Theresa May, y ahora anuncia que dejará el cargo el 7 de junio, incapaz de sacar adelante lo que las mayorías mandaron en las urnas. El parlamento de su país una y otra vez le ha impedido avanzar hacia la secesión, por temor al aislacionismo.
Como los partidos de todos los países participan en estas elecciones, los resultados generales europeos pueden fortalecer o restar poder a algunos en sus propias naciones, motivo por el cual puede llevar a reconfiguraciones internas del poder. Pedro Sánchez, presidente español, recientemente ganador en las elecciones generales de su país por el PSOE, espera a lo que suceda este fin de semana para saber cómo mueve las fichas para lo que será su Gobierno, que requiere de alianzas para avanzar en su proyecto político.
Los retos no son pocos para la Unión. Trabajar en igualar las decisiones fiscales, en unificar las políticas hacia la población comunitaria, en manejar los mismos criterios para los inmigrantes, en generar mayores controles para validar que cada país está cumpliendo con las reglas impuestas. El Euro necesita de decisiones presupuestales y de manejos fiscales que sean comunes. Y un posible revés del brexit puede terminar consolidando esta propuesta de comunión.

El modelo europeo lo que ha legado al mundo es el valor de la solidaridad entre las naciones y ha sido un abanderado de las políticas multilaterales con responsabilidad, aunque aún falle en campos como el control de venta de armas. Sin embargo, hoy requiere fortalecerse para que pueda ser un real contrapeso al difícil panorama que se observa en el mundo aupado por el mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump, como sucede con la guerra comercial con China. Es mucho lo que la Unión tiene para ayudar en los equilibrios que se requieren. El mundo necesita esa Europa sensata y abierta, y eso es lo que está en juego. Ojalá gane la Unión por la esperanza, y no la nostalgia de un modelo que hundió a ese continente en la guerra.