Cuando la semana pasada el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, decidió subir aranceles a los productos chinos hasta el 25% se sabía que vendría una reacción. Poco después la China de Xi Jinping respondió en forma equivalente, restringiendo el ingreso de productos estadounidenses a su territorio, lo que ha tenido nerviosos a los mercados bursátiles en todo el mundo, con el cierre de su peor semana el viernes y un arranque azaroso la presente. Aunque ayer volvió una aparente calma, de acuerdo con la OCDE y el FMI la economía global podría caer en una recesión que nos afectaría a todos.
Así que, pareciendo este un tema ajeno, puede tener en realidad consecuencias que nos afecten de manera seria. Estas medidas proteccionistas entre dos colosos de la economía mundial pueden favorecer a quienes como la Unión Europea puedan sustituir parte de los productos ofrecidos por ambas partes. En este río revuelto muchos otros pueden pescar, si están preparados para acceder a ambos mercados y llevar todo aquello que ahora tiene nuevas restricciones.
Ante el panorama actual, los exportadores colombianos podrían llegar con más fuerza no solo hacia los Estados Unidos, sino incluso buscar escenarios en el país asiático. Se habla de oportunidades para unos 740 productos colombianos. Hay que analizar muy bien cuáles son los más afectados en las actuales circunstancias y ver si tenemos en la producción nacional la posibilidad de reemplazar algunos. Esto sería apenas un pequeño aliciente frente a lo que vendría, con una caída vertiginosa del PIB tanto en Estados Unidos como en China, que llevaría a una enorme desestabilización global de la economía que nos pondría a todos en aprietos.
Lo que más preocupa es que esta forma precipitada de actuar de Trump, que lleva a la desestabilización de todo caprichosamente, hace parte de su estilo extremo, que genera tensiones donde no se necesitan. Si vemos lo ocurrido con Corea del Norte, Irán y hasta con Venezuela, el líder estadounidense siempre apunta a generar conflictos que podrían terminar muy mal, arrastrando a otros a sus problemas. Parecería que con la mirada puesta en noviembre del año entrante, cuando buscará la reelección, Trump pretende despertar los instintos más bajos de quienes lo respaldarán con el discurso nacionalista y populista de defender a los Estados Unidos.
Una consecuencia de lo que está pasando es que, seguramente, empezarán a llegar a Colombia enormes cantidades de productos chinos baratos que afectarán la producción nacional. Para los consumidores habría algunas ventajas en este sentido, pero el golpe para la economía nacional podría ser fuerte si no hay políticas oficiales y una reacción del empresariado para responder a las nuevas exigencias y oportunidades. Asistimos a la más grave crisis moderna del libre comercio para el que hemos trabajado durante décadas, y todavía no se sabe cuál será el rumbo en el inmediato futuro. Alza en la inflación y devaluación del peso frente al dólar son previsibles.
Las dos economías más grandes del mundo son a su vez enormes socios comerciales con un intercambio comercial cercano a los 700 mil millones de dólares, y donde China es el mayor acreedor de Estados Unidos a través de bonos del Tesoro. Lo que venga de esta guerra no será bueno, y al final el gran perdedor, en el mediano plazo, será el consumo mundial que deberá ajustarse a precios políticos sobre la falsa premisa de defender a las respectivas industrias nacionales, olvidando la ventaja comparativa de cada economía. Ojalá que regrese la sensatez pronto y se evite una debacle.
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