La ministra de Trabajo, Alicia Arango, anunció una reforma laboral con diversos ingredientes con los que el Gobierno Nacional aspira a luchar contra el desempleo creciente. Cualquier decisión que se tome en este sentido no solo debe pensar en la generación de empleo, sino que se tenga un impacto positivo en la generación de crecimiento económico y en mayor productividad. Se consideran allí algunas ideas que pueden ser positivas en este sentido, pero también hay otras que parecen apuntar a todo lo contrario y que deberán ser revisadas de manera profunda en el Congreso de la República, si se quiere aprobar una reforma útil y sensata. Antes, estas ideas serán llevadas a la Mesa de Concertación Laboral, de la que hacen parte los trabajadores, los empresarios y el Gobierno.
Hay que avanzar en una mayor flexibilidad laboral en la que se consideren, por ejemplo, salarios integrales por horas, que le darían flexibilidad a las empresas, y al mismo tiempo les permitiría a quienes buscan trabajo emplearse en labores determinadas sin la obligación de estar en jornadas completas. Las prestaciones serían proporcionales al tiempo laborado. En otros países fórmulas como estas han sido positivas para la generación de empleo y el crecimiento económico. Este camino también podría abrir opciones para que el sector educativo apunte a formar personas para las necesidades reales del sector productivo.
Se habla de la posibilidad de establecer salarios mínimos diferenciales entre los centros urbanos y las zonas rurales, para abaratar el costo de la mano de obra en el campo. No obstante, si se quiere estimular la permanencia en lugares apartados para que la agricultura se fortalezca y haya una despensa suficiente de alimentos para el país, mal se haría en bajar los ingresos de los trabajadores del campo, ya que eso los impulsaría a buscar mejores opciones en las ciudades. Ahora bien, es cierto que la informalidad es el gran problema que tenemos en las zonas urbanas y rurales, y que lo que debe buscarse con urgencia es avanzar en formalizar el empleo.
La Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) propone como fórmula de generación de empleo que a los menores de 25 años se les pague el 75% del salario mínimo, lo cual parece visto positivamente por el Gobierno. Es cierto que muchas veces los jóvenes encuentran múltiples obstáculos para emplearse y por falta de experiencia pasa el tiempo sin que puedan engancharse en un trabajo, pero no es seguro que después del primer año a costo rebajado puedan continuar laborando con una remuneración mejor. Es una medida que tiene que analizarse a fondo, para no terminar expulsando al talento joven hacia otro tipo de actividades que terminen siendo perjudiciales para el país.
En Colombia los costos laborales son altos, y por eso avanzar en la formalización es difícil. En la pasada reforma, cuando se dio una rebaja en los parafiscales se observó un importante repunte en la generación de puestos de trabajo, pero los costos de nómina siguen siendo elevados. Una opción que debería considerarse es que las cajas de compensación dejen de ser una carga para los empresarios, y que estas entidades sean autosostenibles o financiadas con otras fuentes.
Lo principal es recuperar la confianza en el futuro, con políticas coherentes y con un liderazgo que nos una en el propósito de construir un mejor país en paz. Si no se actúa con determinación ante el resurgimiento de la violencia que afecta a exguerrilleros y líderes sociales, principalmente, y si continúa el empeño por desprestigiar a la justicia y generar un ambiente de pesimismo general, no habrá reforma laboral que ayude a enderezar el camino.
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