Manizales y Villamaría son municipios que comparten muchas cosas, empezando porque miles de personas viajan todos los días entre los dos centros urbanos por razones de residencia o de trabajo, hasta el punto de que mucha gente dice que Villamaría es como una gran ciudadela dentro de la capital caldense, o la principal zona de expansión urbanística de la capital caldense y sus alrededores. También comparten los trancones y congestiones vehiculares permanentes en la única vía de acceso que hoy se tiene.
Muchos consideran que ha pasado demasiado tiempo sin que las autoridades de ambos municipios tomen medidas para construir, al menos, una vía alterna, tomando en cuenta que en numerosas ocasiones, por diferentes circunstancias, la comunicación tradicional se ha visto restringida con enormes perjuicios para manizaleños y villamarianos. Es cierto que el actual ingreso a Villamaría, cerca de Los Cámbulos, ha mejorado mucho con respecto a lo que había a comienzos de este siglo, pero resulta insuficiente frente a las necesidades de movilidad entre las dos poblaciones.
En un reciente informe publicado en este diario se recoge la voz de ciudadanos que consideran urgente que se construya una alternativa vial, como también lo manifestamos a comienzos del año pasado, cuando un movimiento geológico en el ingreso a Villamaría puso en aprietos el flujo vehicular por ese lugar. Además, en otros momentos, debido a accidentes de tránsito o deslizamientos de tierra, el riesgo de aislamiento de Villamaría ha sido real. La línea del cable aéreo es la que ha servido para soportar la contingencia del transporte público.
Hoy se promueve el trazado de una nueva vía que iría desde el sector de la Estación Uribe hasta la parte baja del barrio La Floresta en Villamaría. La Gobernación de Caldas y la Alcaldía de Villamaría trabajan en la concreción de este proyecto, y avanzan en los estudios y diseños, que estarían terminados en fase tres antes de terminar el 2022. Para poder pasar de las intenciones a los hechos, se requerirá el concurso presupuestal de ambas administraciones, pero también de la Nación. Por lo pronto se trabajará en ampliar el actual acceso, con el propósito de mitigar las congestiones.
Ahora bien, la dinámica entre los dos centros urbanos amerita que se piense en otras opciones viales que agilicen la comunicación. Hay, por ejemplo, un trazado que iría desde la glorieta de La Fuente, sobre la Panamericana, hasta el sector de Santa Ana, en Villamaría. Otros piensan que se debería rescatar el antiguo camino entre las dos poblaciones, desde la parte baja del barrio El Carmen de Manizales, con dirección hacia La Pradera, en Villamaría; y otros desempolvan un proyecto que se tuvo hace unos 20 años, para conectar los alrededores del Batallón Ayacucho con el barrio Lusitania de Manizales y La Florida de Villamaría. Sería ideal empezar a trabajar en todos ellos, para concretarlos poco a poco en el futuro.
La Administración municipal de Manizales debería involucrarse en esta iniciativa de beneficio mutuo, que además constituye un verdadero hecho metropolitano, una idea que debería retomarse pronto y hacer realidad, para beneficio de todos.
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