LA PATRIA | MANIZALES
El martes, Rubén Darío Castro se levantó temprano, fue a la iglesia, rezó y le pidió a Dios que si el señalado de matar a su hijo era culpable, pagara. De lo contrario, que no mandaran a un inocente en la cárcel.
Horas después, a las 2:00 de la tarde, acudió al Palacio Nacional para el inicio del juicio contra un joven apodado Orejas, sindicado de matar a Andrés Marcelo Castro López, de 36 años, en la noche del 15 de mayo pasado en el Plan del barrio El Porvenir.
Rubén Darío se acomodó en la última de dos filas de la sala. Su hija se ubicó en la primera y los familiares del sindicado se repartieron en otras sillas. Adelante estaba el sindicado, quien en libertad acudió a los diferentes llamados para el proceso. Estuvo cuatro meses encerrado, según su abogado, Rosember Hidalgo Díaz.
La prueba reina de la Fiscalía en este caso era la entrevista que dio un menor, de 15 años, quien señaló que se encontró a Orejas parado al lado de un poste, con el cuchillo en la mano, y que este le contó "que acababa de matar a un man en El Porvenir". Añadió que cuando escucharon que llegaba la Policía, el supuesto asesino botó el arma blanca.
En el juicio del martes, tras la declaración de un investigador del CTI, se escuchó la del adolescente, por videoconferencia, desde una sala contigua, y en compañía de una Defensora de Familia. Su relato cambió todo. Terminó por decir que él era el asesino y que estaban inculpando a quien nada tenía que ver.
"No jodamos más, fui yo quien mató a ese man. Lo metí a él porque quería salirme de eso. Estaba muy loco ese día. Le di cuchillo porque yo vendía bazuco y no me pagó. Fue con un cuchillo excalibur, que es el que uso. Esa noche también apuñalé a un primo en el Plan de Comuneros. No sé si sobrevivió", expresó.
La sala se quedó en silencio. Las personas se miraron entre sí. La fiscal volteó atrás y observó a la familia del fallecido. El ente acusador trató de ratificar lo que el menor dijo en la entrevista con investigadores, le mandaron el documento para que lo viera, pero negó que fuera su firma y que hubiese dicho eso.
"Yo no me acuerdo de haber firmado eso, estaba muy loco", repitió. Por más que la fiscal insistió, el testigo negó. Le preguntaron que si estaba amenazado y respondió: No le tengo miedo a mi mamá, menos a otro.
Ante lo acontecido, la Fiscalía pidió un receso para hablar con la familia del occiso. Le explicó lo que pasaba, luego en audiencia indicó que desistiría de más testimonios y no le quedó más opción que pedir la absolución de Orejas, pues su teoría se fundamentaba en la entrevista al menor. Lo mismo hicieron el abogado de víctimas y del procesado. La juez lo otorgó. "No puedo tapar el sol con un dedo", dijo la fiscal.
A las 4:00 de la tarde, Rubén Darío salió con la cabeza gacha. "Todo se fue por la borda. Esperemos que den con el o los responsables", concluyó.
Durante su indagatoria, el menor tuvo inconsistencias. Primero, solo conocía el mes en que nació, no el año. Manifestó que tenía 15 años porque la mamá se lo dijo. No sabía en qué año estamos. Aseguró no conocer al procesado, pero luego manifestó que le decían Orejas.
Los investigadores llegaron a él durante el proceso porque el día de los hechos también hirieron a un hombre en Comuneros. El lesionado les dijo el alias del menor y lo hallaron en Los Zagales, donde estaba con medida de protección por agredir a un policía.
La nueva hipótesis apunta a que el adolescente, su hermano (también menor) y otra persona asesinaron a Andrés Marcelo Castro López porque quiso evitar que le robaran a una mujer.
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