LA PATRIA | MANIZALES
"Cuando me quitaron la venda de los ojos y me sentí en manos de la Iglesia, reviví", anotó el escolta manizaleño Carlos William Quiceno Ramírez, de 30 años, al relatar el momento en que retornó a la libertad. El hombre, natural del Kilómetro 41, estuvo secuestrado durante 24 días.
Su tragedia arrancó el 11 de enero, en una zona rural del municipio de Hacarí, cuando el helicóptero en que iba y en el que transportaban dinero, fue atacado y obligó al piloto a aterrizar de emergencia.
El caldense accedió a hablar con LA PATRIA para contar esos difíciles momentos que vivió.
"Ese día íbamos en una remisión para el Banco Agrario. Nos dirigimos hacia La Playa de Belén, Norte de Santander. Por condiciones climáticas y nubosidad, tuvimos que volar más bajo. En Hacarí, sobre las 2:00 de la tarde, escuchamos unas ráfagas. Una impactó la aeronave. A los 3 minutos, el capitán nos dijo que debíamos aterrizar de emergencia, porque botaba aceite".
Y así ocurrió. Descendieron en un pueblo, del que no recuerda el nombre. "Apenas aterrizamos, la comunidad se acercó a tomar fotos, a curiosear y a preguntar qué había pasado. 10 minutos después, llegaron 15 hombres con armas largas y cortas, nos hicieron tirar al piso e indagaron qué llevábamos ahí. Se robaron la plata y a nosotros nos trasladaron a otro lado. Todo fue muy rápido. Al rato quemaron el helicóptero".
Explicó que a la media hora el Ejército ya sobrevolaba la zona y arribó con tropas. "Ya íbamos con rumbo desconocido. Nos dejaron en unas casitas. Al día siguiente se sentía más presencia de soldados, para presionar a esa gente del Eln. Nos movían de un lado a otro constantemente para evadir al Ejército".
El caldense expresó que nunca los amordazaron, pero sí les advirtieron que si trataban de escapar, los amarrarían y castigarían. "Si se manejan bien, los tratamos bien", les dijeron. Los tres retenidos se quedaron callados. "No se presentaron como Eln en un principio, a los 10 minutos sí lo hicieron. Creían que trabajábamos para el Estado".
Fueron 24 días de zozobra. ¿Cómo los pasaban? "Nos dábamos moral entre los tres, conversábamos. Eran eternos por la pensadera de no saber qué pasaría con nosotros, sobre todo después del atentado en Bogotá. Es lo peor que le puede pasar a un ser humano".
Solamente les permitieron tener un radio para oír música. Luego, un pequeño televisor, por dos o tres días, donde Carlos William pudo escuchar los mensajes de solidaridad que enviaba su familia en Manizales. Después, solo un radio, pero para música. Les daban las tres comidas del día, con arroz, yuca, plátano y arepa.
"Nos decían que nos liberarían, pero que era complicado por los operativos del Ejército y más por lo ocurrido en la escuela de Policía. Que entre más presión hubiese, sería más largo el cautiverio".
Se movieron mucho, era poco el tiempo que permanecían en un mismo sitio. Salían a las 6:00 de la tarde y caminaban, a veces, hasta las 2:00 o 3:00 de la mañana. "Dormíamos en casitas con colchonetas, los tres juntos, pero era difícil, a veces, por la pensadera. Eran zonas con mucha vegetación y cultivos de coca, papa y yuca".
La moral se iba perdiendo. Ya cumplían 20 días secuestrados y entre los plagiados se preguntaban: ¿Ahora qué?
"Pensaba mucho en mi familia. Hablábamos mucho para que pasara el tiempo".
Desde el viernes 1º de febrero los empezaron a mover. Ahí sospecharon que se venía una buena noticia. "Nos vendaron los ojos y nos montaron en un carro. El sábado, lo mismo. El domingo nos sacaron y ahí fue cuando vimos al padre de Ocaña y a monseñor. Ahí vimos la libertad. ¡Qué alegría tan inmensa!, volvimos a vivir. Nos abrazamos los tres".
Con su padre, William, pudo comunicarse unas dos horas después de la liberación. La alegría era compartida. Su progenitor viajó el lunes hasta Bucaramanga para el reencuentro y se fundieron en un profundo abrazo.
"Es algo muy difícil. No sé que haré ahora. Primero los exámenes físicos y psicológicos, aunque me siento bien. Tengo tres hijos para sacar adelante y tampoco me puedo quedar sin nada qué hacer. Agradezco a todos los que oraron por mí y apoyaron a mi familia. A los que tienen secuestrados, no desfallezcan por favor".
Bogotá. En un comunicado, el Frente de Guerra Oriental del Eln negó ser el autor de la muerte del patrullero Jónathan Sierra Suaza, nacido en Bogotá, pero habitante en Chinchiná.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015