
Fotos | Cortesía | LA PATRIA
El Gobierno nacional se acuerda de un municipio de Caldas: promete inversión y obras. Las secuelas de una avalancha ocurrida el 3 de septiembre del 2022 hace que familias convivan con el riesgo.
El tiempo se detuvo el 3 de septiembre del 2022 para familias de la vereda La Amalia en Supía (Caldas).
La avalancha damnificó a 1.188 hogares en el municipio y sigue infundiendo preocupación en La Amalia, una de las poblaciones que conviven con un riesgo reforzado por las lluvias de este 2025.
El riesgo se aloja en 25 hogares de La Amalia: así se ve una parte de la casa de Luz Dary Guevara Bueno.
Desde entonces, por la vereda han desfilado promesas de reubicación y de ayudas del Estado que solo alimentaron la decepción, según habitantes de la zona.
De acuerdo con María Eugenia Arboleda, presidenta de la Junta de Acción Comunal, uno de los compromisos incumplidos salió de boca de Olmedo López, exdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) —quien enfrenta un proceso por corrupción y ocupó el cargo entre abril del 2023 y febrero del 2024—.
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El Gobierno nacional se acuerda de Supía
#EsNoticia | La UNGRD responde en Supía, Caldas
— UNGRD🇨🇴 (@UNGRD) June 5, 2025
Tras la declaratoria de calamidad pública, nos comprometemos con acciones concretas para apoyar a las 1.299 personas damnificadas por las lluvias:
1️⃣ Maquinaria amarilla para intervenir zonas críticas
2️⃣ $2.000 millones para obras… pic.twitter.com/nSNpwYC2Kr
Luego de llamados de atención de la Alcaldía de Supía, de la Gobernación de Caldas y un reportaje de LA PATRIA sobre las viviendas en ruinas en La Amalia, la UNGRD visitó el municipio este jueves (5 de junio).
Allí se unió al Puesto de Mando Unificado (PMU) con autoridades departamentales y municipales, organismos de socorro, concejales y representantes de juntas de acción comunal para coordinar soluciones a la emergencia invernal.
La Alcaldía había declarado calamidad pública tras identificar a 1.299 personas damnificadas.
Con la sentencia 058 del 2024 sobre la mesa, que ordena mitigar riesgos asociados al río Supía, el director de la UNGRD, Carlos Carrillo, hizo cinco promesas para atender las lluvias:
- Enviar maquinaria amarilla para intervenir zonas críticas.
- Financiar $2 mil millones para obras de mitigación del riesgo.
- Diseñar un "Sistema de Alerta Comunitaria".
- Entregar asistencia humanitaria y subsidios de arriendo.
- Crear un banco de materiales para la recuperación de viviendas
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Un viaje a la tristeza en La Amalia (Supía)
El terreno cede desde hace tres años en la casa que desalojó María Eugenia Arboleda.
Viajar a La Amalia es regresar a la tristeza para María Eugenia Arboleda, quien tuvo que abandonar su hogar en esa vereda de Supía (Caldas) tras la emergencia invernal del 2022.
Cada 15 días, ella y su esposo, Carlos, visitan las ruinas del hogar que los acogió durante 20 años. Lo hacen para trabajar en sus cultivos de café, plátano, yuca y naranjas. En la casa brotan frutas, granos, tubérculos... y grietas.
La finca El Porvenir les dio posada por última vez en agosto del 2022, un mes después de la avalancha que acabó una vida, damnificó a 1.188 familias y dejó veredas como La Quinta y La Amalia en vilo por los afluentes de Quebradagrande.
"Es difícil levantar una casa. Cuando llegamos, no tenía pisos, cielorraso ni lavadero. Como familia la mejoramos. Es triste verla agrietada y colapsando. No nos obligaron a irnos, nos advirtieron qué podría pasar. Fui la primera en desalojar", recapitula María Eugenia. La siguiente en la mudanza fue su mamá, quien vivió en una finca vecina por 53 años.
La emergencia también le arrancó el fútbol a la vereda, de 87 familias, según la Junta de Acción Comunal. La cancha de El Porvenir, que coleccionaba goles cada fin de semana, perdió la mitad del terreno y suma derrumbes.
De la finca también desaparecieron los estanques con peces, las gallinas y unos 480 palos del cafetal que hoy extraña el emprendimiento de café tostado y molido de María Eugenia.
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El barranco acecha en La Amalia (Supía)
El barranco se mueve, desde hace tres años, hacia la casa de Vanessa Naudy Cuencas Arias y su esposo, habitantes de la vereda La Amalia (Supía).
Ella acogió a su madre, María Idalba Arias Montoya, quien desalojó una vivienda vecina por riesgo de colapso, pero las grietas en el terreno persiguieron a María Idalba hasta su nuevo hogar (ver recuadro: Tercer intento).
La pérdida de banca fue reportada a los bomberos, con la esperanza de no tener que abandonar la casa en la que han invertido cinco años. En mayo se despertaron las lluvias y su temor.
Tercer intento: perdió dos hogares por la violencia y las lluvias
Dos hogares ha perdido María Idalba Arias Montoya, quien fue desplazada de Remedios (Antioquia) hace 18 años, al parecer, por los paramilitares.
El miedo evitó que regresara a su predio y se asentó en La Amalia (Supía) con su hija, Vanessa. Primero perdió un techo por la violencia y ahora se despide de otro por el invierno. "Hice una casita con el subsidio que me dieron cuando mataron a mi esposo y la quebrada me la volvió a arrancar", lamenta.
La avalancha de septiembre del 2022 desencadenó la pérdida de banca en su finca y la sumió en el deterioro: se rompen pedazos de la casa y hay puertas que no abren o se caen. Da lo mismo estar adentro o afuera cuando llueve, pues los chorros se filtran.
Desde que se mudó a la casa de su hija, la Alcaldía de Supía le da ayuda económica y le advierte que no regrese a la estructura. También dejó atrás su cultivo de plátano, carcomido por el barranco, y sus ingresos: "Hay quienes me dan papas, arroz y aceite, pero yo no sirvo para pedir".
Vive entre grietas tras la emergencia invernal del 2022
Patio, comedor y sala, con fisuras: a esa imagen se acostumbró José Alberto Álvarez Henao en su casa de La Amalia (Supía), tras la emergencia invernal del 2022.
Su cafetal se está reduciendo por los derrumbes, antes de que pueda recolectar granos. José trabaja como jornalero y está resignado luego de tres años sin que el Estado le ofrezca una mano, siquiera, para un mejoramiento de vivienda.
Cuando llueve, sabe que el agua brotará dentro de su casa, encauzado por las ranuras del techo.
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