LA PATRIA | MANIZALES
El pesebre que hay en el Parque Bolívar de Filadelfia es diferente a todos los demás. Cuenta con animales reales que hacen que tanto niños como adultos se queden más de lo debido contemplándolo.
Mateo, el único ovejo de carne y hueso que hay en el establo, es la sensación, pues cada que llega una persona agacha su lanuda cabeza blanca para que lo acaricien, mientras que el pavo real extiende su enorme abanico de plumas azul verdosas para robarselas miradas de los asistentes.
A ellos no solo los acompañan las estáticas imágenes de Jesús y María, también 26 loros, 8 gallinas, 2 gallos, una pareja de palomos, 19 conejos, 14 curies y dos patos que tampoco se quedan atrás y en la pequeña fuente improvisada, al lado de un árbol, aprovechan para nadar.
"Me gusta estar con los animales porque donde está el Niño Dios nada se mueve, pero hay unos pececitos", dice María Antonia Forero, de seis años.
Sin embargo, en la noche los animales pasan a un segundo plano y la comunidad se centra en el nacimiento para hacer las novenas de aguinaldo al son de varios villancicos.
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