Es domingo y hay fútbol en Palogrande. El Once Caldas, líder del Campeonato, recibe a Millonarios con Radamel Falcao. El entusiasmo y el colorido se reflejan en las largas filas, por afuera del escenario.

Los operarios de logística corren las vallas de la puerta 17. Lo hacen para que Dylan Andrés Vasco pueda ingresar. El chico, de 16 años, es llevado en una silla de ruedas. Le ayudan Rubián y Yuri Paola, sus padres; Nicol, Sandra y Kevin, sus primos, y Carolina Agudelo, la enfermera.

Cuando tenía 9 años, Dylan se cayó y desde entonces sufre de una cuadriplejia espástica. No tiene ningún tipo de movilidad y solo se comunica con los demás por medio de sus ojos.

"Desde niño lo traigo al estadio y ahora también lo hago, ama el Once", dice don Rubián.

Después de pasar la puerta de control, empieza el calvario para Dylan, pero también para las demás personas condición de discapacidad o en situación de discapacidad que van a fútbol al Palogrande. Al pequeño hincha del Once, que vive en El Guamal, lo levantan sus familiares. Los otros, en un alto porcentaje, se tienen que amparar de la buena voluntad de los demás aficionados.

"Lo traigo a los partidos que se juegan temprano, lo que nos facilita su movilidad", agrega Rubián.

El padre de Dylan dice que, ocasionalmente, les prestan el ascensor, que los sube hasta el tercer nivel y si bien no los deja en la gradería, les ayuda mucho para llegar a la tribuna: "No es fácil porque siempre nos dicen que primero deben subir los directivos del equipo y las otras personas. Por eso, preferimos subirlo por las escalas porque a él no le cae bien el calor".

Don Rubián agradece que usualmente, cuando llega con si hijo a la puerta del estadio lo dejan entrar, no le cobran la boleta. Cuestiona que pusieron una valla publicitaria al frente de la terraza desde donde ven el partido y su hijo no alcanza a ver la cancha.

"Nos toca hacernos en el pasillo corriendo riesgos de una estampida o algo por el estilo".

Leonardo y José, otros ejemplos

Leonardo García Vásquez representó a Caldas en los Juegos Paranacionales en tenis de mesa. Sufre una enfermedad congénita, con dificultad en los huesos, que le limita su movilidad. No obstante, su amor por el equipo es incondicional.

Su ingreso al Palogrande es una tortura, literalmente. Se baja del carro en Occidental (avenida Paralela) y debe caminar unas dos cuadras hasta la puerta 14, que está en el sector de sur. Por allí accede y debe, por el interior del estadio, regresar hacia Occidental, en donde se acomoda. Si llega solo, también busca el apoyo de otros aficionados para subir las escalas externas e internas.

"Nos toca caminar mucho, nos cambiaron, ya no podemos usar la puerta 11, para entrar en silla de ruedas, porque allí se ubica la barra visitante. Nos dicen que el ascensor es para uso exclusivo del Once Caldas", dice Leonardo.

Como lo hacen los demás compañeros en situación de discapacidad, Leonardo espera que los demás hinchas abandonen el estadio para poder salir sin inconvenientes.

La lesión de José Rojas Ramírez es una paraplejia (Lumbal L1). La sufrió en un accidente de tránsito. Hoy se desplaza de un lado a otro en silla de ruedas. Así va al estadio.

"Ingreso por la puerta 14, hago el tránsito por el interior del estadio y para acceder a la terraza que tenemos para ver el partido, debo subir escalas y me toca pedir auxilio para que me carguen", cuenta José.

Tanto Rubián, el padre de Dylan, como Leonardo y José, dicen que antes podían usar la puerta 11, que está a nivel del corredor interior del estadio: "Uno ingresaba por allí y se venía derecho al sitio desde donde ve el partido", cuenta Leonardo.

"Pero ahora no, como la barra del equipo visitante se hace allí, ya no nos dejan y nos toca toda dificultad para caminar por el estadio", recalca Leonardo.

Los tres, además, cuestionan que el ascensor sea de uso exclusivo para el personal del Once Caldas.

"Minimizamos el riesgo": Alcaldía

José Aldiver García, coordinador de Deporte y Discapacidad de la Secretaría del Deporte de Manizales, explicó lo que sucede.

"Las entradas son gestión de nuestro secretario, Diego Espinosa. Hasta el año pasado eran 10 cupos por partido y ahora son 40, incluso, algunos de los beneficiados llevan acompañante".

Sobre la falta de garantías para entrar y desplazarse en el estadio explicó: "Minimizamos el riesgo de todos, la entrada era por la puerta 11, pero como allí se ubica la barra visitante, ahora lo hacemos por el acceso 14A y allí tienen el apoyo del personal de logística".

Agregó que permanentemente están en proceso de ajustes y que si hay que corregir cosas, lo harán. Revisarán las quejas de los aficionados para interceder ante el Once Caldas.

El Once Caldas dice que sí

Por medio de la oficina de comunicaciones, el Once Caldas explicó la atención o garantías que les da a los aficionados en situación de discapacidad: "El estadio, en su infraestructura, nos brinda la facilidad de ingreso para personas con discapacidad por la entrada sur. La plazoleta conecta con las puertas hacia el pasillo medio del estadio. Según su boleta, se ubican en los rampas que sobresalen si usan sillas de ruedas y caben 3; en total caben 24 sillas de ruedas. Contamos con el acompañamiento logístico que se encarga de recibirlos a la entrada y acompañarlos hasta la ubicación final de su boleta".

Nada en el Comodato

El estadio hoy es administrado por la Fundación Once Caldas, la persona jurídica que representa al Once Caldas (empresa privada). Lo hace mediante la figura del comodato. El contrato, recién renovado no habla en ninguna parte las garantías que deben tener las personas en situación de discapacidad para acceder a las gradas del Palogrande.

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