
Foto I Cortesía Presidencia I LA PATRIA
El ingreso de Colombia al grupo de países liderados por China desencadenaría un dilema geopolítico: ¿Ruta de la Seda o alianza con EE.UU.?
Colombia se encuentra en el centro de un nuevo tablero geopolítico global. La intención del Gobierno de integrarse a la Nueva Ruta de la Seda, el megaproyecto impulsado por China, ha generado una reacción inmediata por parte de Estados Unidos, tradicional aliado del país.
Washington advirtió que podría bloquear la financiación de proyectos en América Latina con participación china desde organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La advertencia tensiona la política exterior colombiana y plantea un dilema estratégico: diversificar alianzas con China o mantener la dependencia de los mecanismos tradicionales liderados por EE.UU.
¿Qué está en juego con la Ruta de la Seda?
La Ruta de la Seda es una ambiciosa iniciativa que busca conectar a China con más de 150 países a través de infraestructura, energía, tecnología, comercio y educación. Para Colombia, esta alianza podría traducirse en inversión directa, transferencia tecnológica y cooperación en áreas emergentes como la inteligencia artificial.
Sin embargo, Juan Nicolás Garzón Acosta, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, advierte que esta decisión tiene profundas implicaciones: “No se trata solo de una diferencia diplomática. Es un giro que puede tener consecuencias económicas estructurales”.
¿Y el metro de Bogotá?
Aunque EE.UU. no mencionó un proyecto específico, la discusión pública apunta al metro de Bogotá, que ya cuenta con participación de empresas chinas. Aunque los fondos están comprometidos, la nueva postura estadounidense genera incertidumbre sobre futuras financiaciones.
Garzón explica que EE.UU., como mayor aportante de organismos multilaterales, tiene poder real de veto: “El modelo de ‘un dólar, un voto’ le da a Estados Unidos una influencia directa sobre los desembolsos.”
Riesgos y oportunidades económicas
Remi Jean Emile Stellian, profesor de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana, sugiere que el foco debe estar en la calidad del acuerdo con China. Si la cooperación apunta al desarrollo educativo y la formación de capital humano, los beneficios podrían ser significativos.
No obstante, advierte sobre experiencias negativas en Asia y África: “Muchos países terminaron con deudas elevadas, obras de calidad dudosa y compromisos financieros insostenibles.”
Además, un alejamiento de EE.UU. podría traducirse en represalias comerciales que afecten a sectores exportadores claves como agroindustria, textiles y combustibles.
¿Diversificar socios o mantener lo tradicional?
El dilema divide a los expertos. Stellian sostiene que depender menos de EE.UU. podría ser positivo, dada su política comercial cada vez más impredecible. Pero también señala las limitaciones de la oferta exportadora colombiana: “Un acuerdo con China debe incluir acciones concretas para escalar en cadenas globales de valor.”
Política exterior: la necesidad de una visión de largo plazo
Ambos académicos coinciden en que Colombia necesita una política exterior estable y estratégica. Las decisiones actuales podrían ser revertidas por futuras administraciones, lo que restaría eficacia a cualquier acuerdo internacional.
Garzón concluye que el reto está en equilibrar intereses: “Debemos abrirnos al mundo sin descuidar nuestra relación con Estados Unidos.”
Colombia en la nueva geopolítica global
La posible adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda refleja un cambio de paradigma en su política exterior. A medida que China extiende su influencia en América Latina, Colombia se ve forzada a replantear sus alianzas estratégicas.
El camino hacia la modernización pasa hoy por una encrucijada internacional. Navegar con éxito entre los intereses de dos superpotencias exige más que diplomacia: requiere visión, planificación y soberanía inteligente.