Orlando Mejía Rivera

Foto | Archivo | LA PATRIA

Orlando Mejía Rivera, en una entrevista que concedió a LA PATRIA en el 2016, en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Caldas.

LA PATRIA | Manizales

“Me he jubilado luego de 32 años como docente de planta en la U. de Caldas. Privilegiado de ser profesor de una universidad pública y orgulloso de varias generaciones de estudiantes (de medicina y filosofía) que hoy brillan por su conocimiento y ética ciudadana. Gratitud perenne".

En tiempos en que tanto profesor universitario busca librarse de carga académica a través de proyectos o investigaciones, Orlando Mejía Rivera se reconoce ante todo como un docente, pero se fue. Así lo anunció en su cuenta de X, un mes atrás. Cumplió su sueño de estudiante universitario: ser profesor de Historia de la Medicina en su Universidad.

Este médico, escritor e historiador reflexiona sobre el ejercicio docente en estos tiempos del ruido y de la Inteligencia Artificial. Es un pensador de alto vuelo y vive entre nosotros.

Llegó como profesor de Medicina Interna a la Universidad de Caldas en 1992, especialidad que había cursado. "Era una decisión de vida, mi amor por la docencia siempre estuvo por encima de la inmediatez de los recursos económicos". Dice que cuando aceptó ser profesor, empezó a ganar 10 veces menos de lo que devengaba como internista.

Ejemplos

Respetuoso y a la vez puntilloso. No cuenta quiénes son sus antimodelos para ser profesor, aunque menciona las razones por las que nunca habría intentado imitarlos. Ya algo de eso conocemos por Recordando a Bosé, su novela más manizaleña, en la que cuenta anécdotas de lo que se vivía en las aulas de Medicina. No tiene freno para elogiar a quienes lo inspiraron: Ferri Aranzazu Mejía, Carlos Náder Náder, Jaime Márquez Arango, Vargas Gónima, Elí Alzate...

Se interesó por la historia de la medicina cuando escuchaba en segundo semestre a Jaime Márquez. Ahondaba en literatura, filosofía, medicina, epistemología, arte. Y descubrió que eso era lo que quería hacer. La docencia ha sido lo suyo, aunque reconoce tres etapas distintas en el ejercicio de enseñar:

Primera: "Fui un discípulo de la mano de hierro, de ahí vienen muchos estudiantes que me odian. Uno como profesor joven arranca siendo muy fuerte, los límites como profesor fueron exigir, pero jamás faltando al respeto".

Segunda: "Los años lo ablandan a uno. Cambiaron las cosas en el sentido de ser exigente, pero más amable". Menciona que su esposa le dice que eso de que se ablandó es cuento.

Tercera: "Construcción de humanidades médicas, a partir del legado de Márquez y de Vargas Gónima. Convertí las humanidades en una asignatura que se podía perder".

Constructor de saberes

Aunque Orlando reconoce que tenía pares en Medicina Interna para someter a escrutinio sus clases, no fue igual en humanidades, pues ese papel lo cumplían sus profesores. Entonces empezó a dialogar con las humanidades médicas de Harvard, Yale y Beijing, a través de una conexión internacional, y así se actualizaba. El orgullo se le sale cuando recuerda que introdujo dos materias nuevas en Colombia: Tanatología Médica e Introducción a la Medicina Evolutiva. También por la creación de la cátedra de Bioética y el Centro de Estudios Bioéticos.

Llegó a Medicina y se va de Medicina. Pero dejó huella y unas cuantas polémicas en Filosofía y Letras. "Un buen día (1998) un amigo me dijo: por qué no nos das una manito aquí. Hablas de ciencia ficción, de genética, de bioética, de autores que nosotros no conocemos".

El asunto llegó al Consejo Académico. Y cuenta que un doctor en filosofía advirtió que este médico no tenía formación en filosofía. "Entonces, dije: como este no me quiere, voy para allá".

El legado

Decidió especializarse en Literatura Latinoamericana y hacer el magíster en Filosofía con énfasis en Epistemología. "Uno se tiene que formar en rigor académico". Montó seminarios sobre genética y epistemología, literatura china, Borges y Cortázar, además de una cátedra sobre música y literatura. Otro orgullo: alumnos suyos ejercen en Alemania, Francia, Brasil, Chile, Arabia Saudita: "Son doctores en filosofía de la ciencia".

Se fue de Filosofía en el 2004 por lo que le producía una angustia suprema: "...ver gente inteligentísima, acabada por la marimba, la coca, el vicio, la bohemia mal entendida".

Pasión por enseñar

"Yo fui un docente, ante todo un docente". Al preguntarle cómo motivaba a sus alumnos, mencionó que, por lo que le han escrito muchos de ellos, parece que transmitía pasión: "¿Cómo la transmito? No sé, pero sucede...".

No concibe un docente universitario al que le da pereza leer y cree que a estos que son meros transmisores de información los remplazará fácil la Inteligencia Artificial.

Recuerda un verso de Teselio: "Cuánto de conocimiento nos ha quitado la información y cuánto de sabiduría nos ha quitado el conocimiento". Y explicó que el profesor que logre hacer esa asociación entre información y conocimiento podrá tener algún chance de mantenerse. Además, quedarán los creadores, que tendrán que ver con la creatividad profunda y la sabiduría, y que seguirán siendo referentes, incluso para las mismas inteligencias artificiales.

Como un estudioso de los temas éticos en general, le pedimos consejo para saber cómo hacer énfasis en las generaciones actuales y superar esta traquetocracia que se apodera del país: "Es un dilema muy grande. Llegué a escribir que era profesor de una rama de la ciencia ficción: la ética".

Sin embargo, vuelve a los orígenes, para transmitir una ética de respeto al otro, de empatía, de entender que los atajos siempre son falsos, lo único que lo hace posible es el ejemplo. Y el ejemplo es la coherencia.

Esta atropellada entrevista que ustedes leen no se corresponde con la fluidez verbal que es esa caja de música del pensamiento llamada Orlando Mejía Rivera, lo más cercano a un sabio renacentista. Y repito: habita entre nosotros.

En frases

Estas frases sin contexto, tal vez puedan dar a ideas simplistas, pero no es así, por eso la invitación a ver la entrevista completa.

  • "Si le bombeas al cerebro drogas y alcohol cada rato terminas siendo un pobre idiota con fama de posible genio".
  • "Creo profundamente en la docencia como algo sagrado, como decían los viejos".
  • "Pienso para hablar, pero no me ha gustado ser políticamente correcto".
  • "En mis clases de humanidades médicas doy clase magistral. Yo no abro libros para decir bobadas (…) Cada clase magistral es una síntesis de toda una vida de lecturas".
  • "Creo en la docencia como creatividad, hay que ser un creador".
  • "Háganle un favor a la universidad, jubílense, partida de vagos (…) y denle espacio a la gente creativa".

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