Alejandro Noreña ganó su segundo premio India Catalina por el documental sobre Hernán Díaz, fotógrafo colombiano 

Foto | Cortesía | LA PATRIA | PEREIRA

Alejandro Noreña ganó su segundo premio India Catalina por el documental sobre Hernán Díaz, fotógrafo colombiano 

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Alejandro Noreña camina con paso firme por los caminos del audiovisual colombiano. Aunque vive en Bogotá, nunca ha dejado de mirar hacia el Eje Cafetero. 

Nacido en Santa Rosa de Cabal, Risaralda, y formado como comunicador social y periodista en la Universidad Católica de Pereira, Noreña ha construido una trayectoria que es, en muchos sentidos, la historia de una resistencia: la de hacer cine, televisión y posproducción independiente.

Su carrera comenzó con un salto de fe. En noveno semestre decidió irse a Bogotá a hacer sus prácticas profesionales. Allá empezó en NTN24, bajo la dirección de Álvaro Vélez, en un espacio conocido como El contador de historias. 

Los puros criollos

“Fue una experiencia muy enriquecedora”, cuenta, aunque también confiesa que el periodismo no era su pasión. Por cosas del azar —o de la vida— cayó en Los Puros Criollos, la serie de Señal Colombia que le cambiaría la vida.

Le ofrecieron un puesto como editor sin tener computadora y sin saber mucho de edición más allá de lo aprendido en la universidad. 

“¿Tiene computador? Sí. ¿Sabe editar? Sí”, respondió sin titubear aunque no tenía experiencia ni dónde editar. 

Alejandro recordó que su primer semestre de la universidad lo pasó sin computador. Tenía que ir donde amigos o pagar horas en algún café internet de Santa Rosa para hacer sus trabajos.

Ante la oferta laboral, Noreña no dudó y compró con mucho esfuerzo un iMac básico y se lanzó al agua. Lo demás fue aprender con disciplina, absorber todo lo posible y convertir el miedo en impulso. 

“Me acuerdo que me mostraron el capítulo del Almanaque Bristol. Y yo por dentro me acuerdo mucho que tenía una impresión muy grande porque no tenía ni idea de cómo hacer la mayoría de las cosas que había visto, porque eso tenía un ritmo, una velocidad, un corte de montaje con una calidad inigualable”.

Después de esa primera experiencia y bajo el liderazgo de Alejandro Vélez, empezó una carrera que ha dado varios frutos. 

Meses más tarde Alejandro era parte fundamental del equipo y terminó como jefe de postproducción en la cuarta temporada. Esa misma temporada se alzó con el India Catalina a Mejor Edición, compitiendo con grandes producciones de ficción, siendo documental, pública y con un discurso crítico y directo.

“Éramos una serie que le tiraba duro a todos los políticos, era impensable que nos fuéramos a ganar un premio. Y pasó”.

Segundo premio India Catalina 

La historia con la que Alejandro ganó su segundo premio India Catalina fue contando la historia de Hernán Díaz, uno de los retratistas más importantes del siglo XX en Colombia. 

Noreña lideró el montaje del documental sobre su vida y obra, un homenaje al artista que eligió retratar vivos y no muertos, belleza en lugar de horror, en un país donde la fotografía era sinónimo de crónica roja.

“Hernán Díaz decía: ‘Es mejor retratar vivos que retratar muertos’. Eso es lo que yo también siento con el audiovisual. Es mejor mostrar lo que somos, con dignidad, con belleza, con verdad”.

El resultado fue un documental que muestra la historia de un fotógrafo que rompió con los estándares de la imagen en el siglo XX y que, paradójicamente, no es tan recordado en el país. 

Esa suerte que tuvo Díaz es algo que ha tratado Noreña de evitar. No solo por la posición que ocupa –ser editor es estar detrás de las producciones, perdiendo visibilidad– si no por relanzar el talento que tienen las personas del Eje Cafetero. 

Abriendo caminos de la edición

El nombre de Alejandro ha estado detrás de decenas de proyectos, muchos de ellos reconocidos a nivel nacional. Pero más allá de los logros personales, lo que define a Noreña es su misión: descentralizar la producción audiovisual y fortalecer la industria en el Eje Cafetero

Por eso, junto con su esposa, fundó hace siete años Norenha lapost, una casa de postproducción que opera entre Bogotá y Pereira.

Allí se han post producido series como "Mi primer sencillo", de Canal Trece —ganadora del India Catalina—, donde trabajó con un equipo completamente regional. 

“Tanto el equipo de producción como de postproducción son del Eje. Todos son de acá. Eso para mí es lo más importante: que el talento de la región tenga oportunidades sin necesidad de irse”.

La importancia de Telecafé

En un país centralizado, con pocas oportunidades para quienes no están en las grandes ciudades, él ha elegido ser “arriero del audiovisual”: abrir camino a machete, construir industria desde la montaña, y traer trabajo para que otros también puedan caminar.

Por eso celebra con orgullo los premios recientes de Telecafé en los India Catalina. En sus palabras hay una mezcla de orgullo y responsabilidad. 

Alejandro habla de muchos colegas que, como él, se comprometieron con el mundo audiovisual y han llenado de esa luz a la región. 

Menciona a Wilmer Soto, Jorge Lopez, y a otros que a pesar de las adversidades de trabajar lejos de los grandes centros poblados, han abierto camino y mantenido la calidad en las producciones. 

"Trabajar desde acá es muy difícil", reconoce. “Jorge, por ejemplo, tuvo que llevarse todo para Bogotá y convertirlo en otra cosa. Pero muchos de nosotros seguimos tratando, desde donde estamos, de tender puentes”.

Ese es uno de los objetivos de Noreña: hacer posible que las nuevas generaciones trabajen en televisión nacional sin tener que abandonar sus territorios. Cita como ejemplo a Canal Trece y las producciones que hoy involucran a creadores regionales, gracias en parte al alcance de la tecnología. 

“Eso antes era impensable. Ahora es posible trabajar desde casa para televisión abierta nacional”, dice.

El valor de quedarse

Uno de los casos más emblemáticos que menciona es el de Wilmer Soto, quien desde hace más de veinte años produce contenidos desde el Eje Cafetero. 

“Wilmer tiene una noción del audiovisual muy bella. Siempre trata de hacer los productos lo mejor posible. No está en el grupo de los que quieren hacer plata. Está en el grupo de los que quieren hacer buenos productos”.

Noreña ha trabajado en más del 80% de los proyectos de Wilmer. Reconoce su insistencia por incluir artistas nacionales, por grabar en los cafetales de la región, por buscar distribución y visibilidad desde el territorio. 

“Está tratando de descentralizar el audiovisual, como pasa con las artes, con el Estado, con todo, que siempre está centralizado en Bogotá, Medellín, Cali. Y Wilmer decidió quedarse. Decidió no irse porque cree que aquí hay mucho por hacer”.

Ese gesto, dice Noreña, es profundamente político. “Es una decisión de vida. Quedarse aquí a producir es abrir trocha, como ese arriero con el machete en la mano, avanzando cinco metros a la vez”.

Un premio que reconoce la persistencia

Durante la reciente edición de los Premios India Catalina, Alejandro subió al escenario a recibir un reconocimiento por su trabajo. Pero lo que ocurrió después también lo marcó profundamente. 

“Todavía tenía la adrenalina arriba cuando escuché que decían: ‘Telecafé, podcast…’. Me puse muy feliz porque sabía que ahí estaba Wilmer. Y me alegré mucho por la gerente del canal, porque sé todos los esfuerzos que hacen día a día”.

Y va más allá: “Telecafé ha hecho televisión de una calidad nacional, muchas veces superior a la de otros medios regionales. Producciones a la par de Teleantioquia o Telepacífico, incluso con menos recursos. Lo que lograron Wilmer y la gerente del canal en estos premios me llena de orgullo.

Una industria por construir

Alejandro Noreña no habla solo de logros personales. Su visión es colectiva. Cuando se refiere a lo audiovisual en el Eje Cafetero, lo hace con respeto, con conciencia de territorio y con una convicción clara: el talento está, lo que falta son las condiciones. 

Por eso insiste en que quienes han salido, también pueden devolver algo. Traer oportunidades, abrir caminos.

"El Eje Cafetero tiene historias que merecen ser contadas desde aquí, con nuestra gente, con nuestra mirada", afirma. Y por eso, dice, hay que seguir caminando, machete en mano, abriendo senderos para que otros también puedan pasar.


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