Gloria Luz Ángel
LA PATRIA | BOGOTÁ
"Yo no escribo, pero sí hago historias" es lo que la ilustradora y autora nariñense Olga Cuéllar Serrano responde cuando las personas le preguntan si escribe. Ella tiene unos trece libros para niños, en su mayoría sin texto o con muy poco. "Puedo narrar una historia sin palabras, casi todos mis libros son sin texto, solo tengo dos historias donde puse un poco de texto porque no soy muy buena escribiendo. Me va mejor ilustrando", señala.
Ella ha dado una pelea, junto a otros ilustradores porque ilustrar no es lo mismo que dibujar. Un dibujante hace lo que le diga quien lo contrata, en cambio, el ilustrador interpreta. "La ilustración es un oficio menor. Por ejemplo, si me contratan para ilustrar un libro de un escritor, yo no soy considerada como autora y por lo tanto no tengo derecho a las regalías, solo a unos pocos libros". Sin embargo, ella señala que "hay editores que por fortuna desde hace un tiempo han tomado el oficio del ilustrador con seriedad".
Olga Cuéllar le da una primera leída al libro y en lo primero que se fija es en los personajes. "Uno lee un texto y lo interpreta, lee al personaje de la misma forma en que lee el mundo. Es como cuando se conoce a alguien y uno hace un mapa en la cabeza de cómo es, pero hay veces que uno se sale del texto y juega. Esa es la idea. Los ilustradores científicos que trabajan con entomólogos sí dibujan un insecto o una célula exactos porque es algo literal, pero en la literatura no".
Ilustración y pedagogía
A Olga Cuéllar siempre le gustó dibujar. "De grande quería estudiar Bellas Artes, pero no pasé en la Universidad Nacional. Entonces, entré a la Universidad Jorge Tadeo Lozano y solo hice un semestre de Diseño Gráfico, que era lo que más se acercaba a lo que quería hacer. Desde hace solo unos dos o tres años esta universidad tiene un énfasis en ilustración. De allí me pasé a la Universidad Pedagógica y terminé Pedagogía Preescolar. Trabajé un tiempo con niños, pero no era lo que quería, sin embargo, al mismo tiempo dibujaba y empecé con textos escolares. No todo el mundo estudia ambas cosas, pero algunos que trabajamos en libros para niños nos gusta estar cercanos a ellos. Personalmente, me gusta el contacto con los niños porque le dan a uno mucha vida, mucha alegría, soy buena con los chinos. De pequeña era muy rebelde y sufrí mucho en los colegios, entonces odio los profesores. Creo que por eso estudié Pedagogía". (risas)
Su trabajo
Esta ilustradora nariñense tiene en su haber afiches y logotipos institucionales, carátulas e ilustraciones para revistas y libros. "Hago todo esto porque me gusta, porque es mi oficio, es lo que escogí hacer en mi vida. Me ha tocado dibujar desde una mano en cierta postura hasta el sistema de un semáforo por dentro. He ilustrado elementos de química, de física, de salud, de medicina. He trabajado en campañas de prevención del Sida. Uno tiene que entender cómo funciona lo que va a ilustrar. Creo que hice logos por casualidad porque no pensaba que fuera buena haciéndolos, pero resulta que tengo unos que se han vuelto famosos como el del Festival del Libro Infantil o el de Cascabel. Además, hice unos que han funcionado bien como el de la colección de libros de lectura de Alfaguara o el oso de anteojos que era la mascota de Parques Nacionales. Mis logos son muy ilustrados. Con el tiempo fui haciendo trabajos propios. Empecé con la serie Pesadillas de brujas que ahora la están trabajando en animación. Quiero volver a editar esas cinco historias que no tienen palabras, lo que ahora está de moda, pero en ese tiempo me criticaban por hacer libros silentes. Propios tengo 13 libros, donde he hecho desde el concepto de la historia, la historia misma y la ilustración. Trabajo con otros diseñadores".
El Príncipe
El último libro de Octavio Escobar Giraldo, El viaje del Príncipe,está ilsutrado por Olga Cuéllar. "Lo primero que quería era darle carácter al personaje. Octavio lo describe aburrido de la vida, deprimido, melancólico, con ganas de cambiar todo. Empecé a meterme en el personaje, pero cuando leí la historia varias veces me di cuenta que era divertidísimo en parte por los cuentos que el autor inventa. El final es muy triste, pero muy bonito, es la vida de cualquiera. Además, tenía que tener en cuenta que el Príncipe iba envejeciendo a través de la historia. A uno como ilustrador hay historias que lo tocan y otras que no, y esa me tocó".
Personalidad
En el libro de Octavio Escobar tuvo que conocer al Príncipe y darle una figura en su cabeza, darle una personalidad fuera de la que Octavio le dio. "Uno arma también su personaje y eso es lo que lo hace a uno ser un ilustrador. Es un oficio creativo al igual que el del escritor, porque una cosa es el lenguaje escrito y otra, el lenguaje visual", dijo la ilustradora.
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