Cementerio

Fotos | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA

La cultura de las lápidas ha cambiado, pues hoy en ellas se imprime la fotografía del fallecido para recordarlo tal y como era conocido. Es tan dramático que estas imágenes permiten saber más del difunto que un simple nombre.

LA PATRIA | MANIZALES

Nadie está muerto mientras continúe en nuestra memoria.

En la antigüedad, cuando una persona moría se le ponía una piedra en su tumba como señal de que ahí yacía enterrado.

Entre los siglos XVII y XIX, una orden papal impuso que las tumbas cristianas llevaran una cruz con la fecha del fallecimiento y el nombre del desaparecido para recordar dónde estaba sepultado.

Los cementerios aparecen en el siglo XIX y las inhumaciones se hacían en tierra con cruces donde aparecían todos los datos de la persona.

Las bóvedas son una estructura francesa que se fue expandiendo por el mundo. Esto sucedió también en el Cementerio San Esteban de Manizales, donde sus edificaciones son de arquitectura de este país euro-
peo.

Estas se presentan con lápidas que llevan la información que tenían las cruces. Y se podían colocar epitafios.

Los marmoleros, que en otra época trabajaban alrededor del cementerio, fueron modificando su forma de tallar la piedra, comenzaron a hacer incrustaciones de bronce y a colocar imágenes de la Virgen María en las lápidas.

Actualmente, las lápidas se imprimen con las fotografías de los fallecidos. La nueva costumbre por esta época es poner en la losa, aparte de toda su información personal, el rostro del difunto, para decir visualmente cómo era, qué edad tenía, qué le gustaba y cómo vestía. Esta variante cultural se da por los avances en la impresión digital.

La historia de los cementerios de Manizales

El primer cementerio que tuvo la ciudad fue en el lugar donde se encuentra la Torre de Chipre, hoy el Parque Observatorio, que se construyó en 1850. El 28 de febrero de ese mismo año se enterró el primer cadáver de un manizaleño, que correspondía a la niña María Antonia Bermúdez. Funcionó hasta 1868.

El segundo camposanto se construyó en el sector de la avenida Cervantes, hoy la avenida Santander, frente de la Clínica de la Presentación, donde hoy está ubicado el barrio Lleras. El primer inhumado allí fue el niño Basilio Escobar.

En 17 de junio de 1923, el segundo obispo de Manizales, monseñor Tiberio de Jesús Salazar y Herrera, decidió colocar la primera piedra donde funciona el actual Cementerio San Esteban.

Las necrópolis son utilizadas actualmente para orar, hacer turismo y hasta para conferencias sobre el duelo. El primero de noviembre pasado, la Academia de Historia de Caldas dictó una conferencia sobre el Cementerio San Esteban de Manizales.

Juana Carolina Galvis Ramírez, joven de 22 años quien perdió a su hermano Rafis hace un par de años y su señora madre, hace cuatro meses. Por estas fechas estarían de cumpleaños. En la voz de Juana se siente tristeza, dice que extraña mucho a su madre, Luisa Fernanda, y que la ama con todas sus fuerzas.

Jhon Freddy, de Riohacha (La Guajira), vive en Manizales desde hace 46 años. Se dedica a arreglar tumbas en el Cementerio San Esteban, del cual saca su sustento. "No todo los días hay trabajo, pero yo a Diosito no le pierdo la fe", comenta.

Los deudos llegan a las sepulturas, espacios donde están los muertos, para adornarlas, reconstruirlas y territorializarlas con adornos y flores.

Luisa Fernanda Agudelo Villegas, visitando la tumba de su primo, a quien le llevó flores.

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