Foto | Cortesía Carlos Eduardo García | LA PATRIA
La Semana Santa es sinónimo de turismo y tiempo en familia para los García.

ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES

Plan turismo

El viaje que Adriana García realizó hace varios años a Girardot, en una Semana Santa, le dio más motivos para seguir saliendo de la ciudad por esta época. Fue a ese municipio de Cundinamarca para conocer a familiares por parte de su mamá, encuentro que la llenó de alegría y satisfacción, como dice.

"Semana Santa es el único tiempo del que disponemos para estar en familia. En mi caso, trabajo los sábados y algunos domingos, y compartir en semana es casi imposible. Lo que más nos gusta es viajar". Explica que desde pequeña no acostumbra a asistir a actos religiosos; aunque es bautizada, dice que su mamá la educó bajo otros principios. "Respetamos las creencias de otras personas, pero no vamos a procesiones ni a algo parecido".

Su hermano, Carlos Eduardo, agrega que viven la fe a su manera. "No voy a la iglesia, pero me comunico con Dios cuando estoy en líos o para agradecerle por algo. Ese ejemplo lo he recibido más que todo de la familia paterna", dice.

Carlos agrega que aprovecha el receso laboral para realizar ciertas tareas domésticas, como construir un clóset o reparar el cielo raso. "También descanso, me levanto tarde o voy a Santágueda". Recuerda que cuando su abuela materna estaba viva, paseaban más, porque a ella le encantaba.

Esta vez los García viajaron a Pereira, el pasado fin de semana. Mientras cientos de fieles ondeaban pañuelos o palmas en la procesión de ramos, ellos empacaban las maletas en el carro. Carlos, aparte, recorrerá desde hoy, con unos amigos, varios municipios cafeteros de Caldas y Quindío. Recargará las pilas para continuar el próximo lunes con otro viaje, el laboral.

Ratos de reflexión

Foto | Cortesía Gonzalo Duque | LA PATRIA
La familia Duque Bernal viajó en la Semana Santa pasada a Perú (foto, en Cuzco). De izquierda a derecha: Miguel, Julián, Luz Elena y Gonzalo.

Como un ermitaño, pero de la reflexión, el académico Gonzalo Duque vivirá estos días santos, después de haber trabajado hasta ayer en el museo interactivo Samoga, que dirige.

"Desde los años 80 dedico este tiempo para reflexionar sobre temas socioambientales. Me pongo a ver la evolución de la sociedad, y concluyo que está fragmentada. Lo profano ha sustituido los valores, la gente era antes más solidaria y los mismos sacerdotes tenían más protagonismo. Lo que sí se ha logrado es una mayor sensibilidad ambiental", relata el también docente de la Universidad Nacional.

No participa en las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa, ni a las del resto del año, aunque asiste a actividades culturales como conciertos de música sacra. De niño recuerda las largas procesiones y el coro de su barrio, Residencias Manizales, en el que su mamá cantaba en las misas. "Soy creyente, no practicante", afirma. En cambio, su esposa y un hijo van a algunas misas.

Miguel, su otro hijo, tampoco acude a los actos religiosos. "Respeto las creencias de ellos, pero soy agnóstico", explica. El agnosticismo plantea que es imposible conocer o probar la existencia de Dios.

Lo que él y su papá sí comparten ciento por ciento con el resto de su familia es tiempo para integrarse. "El año pasado fuimos a Perú, y otras veces hemos ido a la finca. También dedico momentos para leer y estudiar", agrega Miguel.

Gonzalo considera que es necesario el recogimiento con los suyos, "es un asunto fundamental", incluso ha habido semanas santas en que se ha reencontrado con amigos que viven lejos, pero valora más la cita familiar. Y esta ocasión no será la excepción.

A lo esencial

El ingeniero electrónico Félix González dice que es católico de misa dominical, comunión frecuente y grupos de oración, pero desde hoy hasta el próximo sábado en la tarde se quedará en su casa, disfrutando con su familia el tiempo libre, sin los afanes de salir tras una procesión.

"Mi esposa y yo no somos camanduleros, sino que vamos a lo esencial, a la Vigilia Pascual el sábado por la noche y a la misa de resurrección, el domingo" (ver infográfico en la página 6A sobre símbolos de la Semana Santa).

Estos días serán para relajarse, luego de duras jornadas de trabajo. Félix compartirá con su hija de cuatro años; jugará dominó, parqués y Tío Rico; dormirá más tiempo, y verá películas. "Hay que aprovechar estos momentos con la familia, en sano entretenimiento, porque el resto del año es difícil hacerlo, trabajo de lunes a sábado, y estudio algunos domingos". Agrega que mantiene los espacios de oración personal.

Algunas semanas santas las ha pasado en una finca con la familia de su esposa, y hasta una vez fue con ellos a Popayán a ver las tradicionales procesiones de la pasión y muerte de Jesús. "Allá el tema es mucho más cultural. A la Iglesia le falta hacer mercadeo para que más feligreses asistan a los actos religiosos", opina.

Fuera del tumulto

Esperanza Hurtado se parece a Félix en que no asiste a procesiones, pero sí a la Vigilia Pascual (ver recuadro A lo esencial). Ella vive en el barrio Viveros, donde la tradición sigue arraigada y los actos religiosos son concurridos.

"No me gusta ir a las procesiones porque la gente solo va a chismosear, ni escucha al padre. Y para andar esos recorridos tan largos... mejor me quedo en la casa". Dice que va a la Vigilia, porque el sacerdote les ha explicado a los fieles que si no van, es como si no hubieran vivido la Semana Santa. De resto, Esperanza asiste a misa cada ocho días.

Su hija, que estudia en la universidad, no se aparece en el templo así la inviten. "Ella dice que cree en Dios y en la virgencita, pero que no necesita ir a la iglesia. No la puedo obligar". En cambio su hermana sí participa de más celebraciones, no en todas, porque tampoco quiere ser fanática, expresa Esperanza.

"Esta semana nos quedamos encerradas en la casa, porque no hay con qué pasear. Vemos televisión, pero no las películas de siempre, que son la repetición de la repetidera. Igual el sábado vuelvo a trabajar", como empleada doméstica, aclara.