Alejandro Talavante de rodillas en su primer toro de la tarde. 

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA 

Alejandro Talavante de rodillas en su primer toro de la tarde. 

PREGONERO | LA PATRIA

A mitad de camino, así se quedó la cuarta de abono de la Feria. Sin romper y sin manchar, apenas casi de trámite. Con dos orejas que no supieron a mucho, porque igual la plaza hubiera sobrevivido a no tenerlas.

El encierro de Las Ventas del Espíritu Santo tuvo, para resumir, dos toros. Fueron tercero y quinto los que lograron alcanzar notas que los rescatan. Los demás se fueron en deuda con una afición que los supo esperar sin que atendieran al llamado.

Con esa tela para coser y, si se podía, cantar, la terna trató, sin éxito, de dar con el tesoro.

Alejandro Talavante lo intentó de mil formas con el primero de la tarde, todo un canto a la armonía en su morfología, pero vacío por dentro, hasta dejar en evidencia que cualquier intento con él no iba a fructificar.

El cuarto no pudo salir de la indiferencia que desde un principio despertó. Se movió, aunque rebrincando en los viajes y, por momentos pagando precio a la falta de fuerza. Igual, Talavante cuidó de él hasta sacar los olés y trazar el camino a la primera oreja de la tarde.

Emilio de Justo se encontró con violencia excesiva y mal estilo en el que abrió sus turnos. No echó pie atrás el de Cáceres. Por el contrario, citó ahí donde hay que tener más que voluntad sin encontrar más que desagradecimiento.

El otro suyo, quinto de la corrida, fue uno de los toros que de alguna manera alcanzó a llegar a tierra firme.  Ahí fueron claves actitud y mando del torero, pero si algo valió fue la acertada elección de las distancias por parte de Emilio. Se lo trajo de largo desde el principio y así mantuvo la línea de la faena. Hubo series con categoría y remates ídem. Solo faltaba la espada y esa parte tan definitiva no funcionó. Al menos, pronto. La petición tuvo oídos sordos por parte del palco.

Y para Tomás Rufo hubo la suerte del toro con verdadera emoción, tercero en aparición. Ese mismo que también tuvo la fortuna de caer en la vara de aciertos del que hace gala Luis Viloria en la, hasta ahora, mejor puya de lo que va corrido de la Feria. Y a la que respaldó Garrido del Puerto con dos pares de banderillas de esos que tiene patentados como suyos e irrepetibles.

A continuación, el torero de Talavera de la Reina dejó en claro el porqué de su meteórico ascenso y las razones que llevan a contar con él en presente y futuro inmediato. Temple, sitio, ligazón, colocación, manos bajas... en fin, muchas facultades a aprovechar. Quizás en otras circunstancias diferentes a una tarde desangelada lo suyo hubiese sabido mejor. Y el hecho de fallar con la espada hizo que todo desapareciera como por encanto.

El sexto era la aparente oportunidad, pero no lo acabó de ser porque su comportamiento dependió más del acertado planteamiento del lidiador que de su propio instinto. Rufo sacó recursos de escuela para hacer prosperar las embestidas y poner a la gente de su lado. Oreja y salida de afán de todos, comenzando por los toreros, para volver rato después a la plaza.

Ficha del festejo

Cuarta de abono de la 69.ª Feria de Manizales. Seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo, desiguales de presentación y comportamiento. Se destacaron tercero y quinto. Los demás, intrascendentes.

Alejandro Talavante: Palo de rosa y oro. Palmas y oreja.

Emilio de Justo: Azul eléctrico y oro. Palmas y vuelta tras aviso.

Tomás Rufo: Sangre de toro y oro. Palmas tras aviso y oreja.

Detalles: Tres cuartos de entrada. El subalterno Sergio Blasco resultó herido leve, luego de que una espada de descabello le causara un corte en el muslo de su pierna derecha.

Emilio de Justo

Natural de Emilio de Justo al toro Dejado de 454 kg. 

Tomás Rufo

Doblón de recibo de Tomás Rufo al toro Barco de 442 kg.