Carolina sufrió el accidente en julio del 2022. Dos meses y medio después estaba de regreso en su gimnasio.

Foto | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA

Carolina sufrió el accidente en julio del 2022. Dos meses y medio después estaba de regreso en su gimnasio.

LA PATRIA | MANIZALES

Envuelta en llamas, viéndose rodeada de fuego y su cuerpo ardiendo. Fueron momentos aciagos los que vivió Carolina González Bermúdez el 11 de julio del año pasado, cuando el fogonazo de una chimenea de alcohol la sorprendió y le provocó quemaduras en el tronco, brazos, cuello y cara.

Hace seis meses no hubiera contado la historia, no se sentía preparada. Pero hoy, rodeada de una gran red de apoyo y motivada por su fortaleza espiritual y deportiva, cuenta cómo le ha hecho frente a las cicatrices que le causó el accidente.

El accidente

Desde los 12 años, Carolina practica deporte y es profesional en Educación Física. Es madre de dos hijos y a sus 40 es entrenadora. Frente al centro comercial Sancancio está su gimnasio, a donde regresó tras dos meses y medio de haber sufrido el percance.

Corría julio del 2022, cuando decidió prender la chimenea en su negocio de ropa ubicado detrás de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional. La acompañaba su hermana Viviana. Decidió acercarse a echarle más alcohol porque pensó que la llama se había apagado, pero no fue así. Recibió el poder del fuego sobre su cuerpo.

La blusa, el saco y el impermeable que llevaba se derritieron en cuestión de segundos. Desesperada salió corriendo a la calle, intentó quitarse las prendas, hasta que llegó la mano salvadora de un desconocido, quien usó un extintor para apagar el fuego. El regreso a su tienda y volver a ver al buen samaritano está en su lista de pendientes: cuando esté preparada y tal como se lo propuso su psicóloga.

“Les decía a las enfermeras: por favor, ayúdenme con este dolor, pónganme algo, estoy segura de que después voy a salir adelante. Me pusieron un sedante. Llegué caminando con dolor, toda derretida, pero me bajé del taxi caminando. Me dejaron en UCI porque estuve muy mal, el dolor era muy impresionante, mi cuerpo empezó a inflamarse”, recordó Carolina.

La instructora, convaleciente, cuando ya pudo empezar a escribir en su diario.

Lejos de rendirse

Fue un mes hospitalizada, su primera fase, durante la que pasó por el quirófano en distintas ocasiones. Le raspaban y le raspaban, pero ella no desfallecía, seguía confiada en su recuperación, enfrentando el dolor con la mentalidad ganadora, pensando en regresar a abrazar a los suyos, en volver a abrir su gimnasio.

A su lado tuvo a la mejor curandera. Viviana es enfermera superior y día tras día, en el hospital, se encargó de curarla, de alimentarla y de cuidarla. De ofrecerle amor y la mano para escribir un diario.

Transcurrieron apenas dos meses y medio cuando Carolina regresó al gimnasio. Su mente le decía que estaba preparada para ejercitarse al mismo nivel de antes, pero su cuerpo le dijo que no. Más allá de amilanarse, reconoció que no era un fracaso y la energía debía enfocarse en el cierre de cicatrices y en las cirugías que le esperan.

Pero para pararse tan rápido, luego de pasar por este infierno, ¿cómo lo hizo? Ella sostiene que contó con dos aliados que son la parte física y mental. En la UCI se daba cuenta ocasionalmente de personas que no superaban sus dolencias y morían, sin embargo, ella estaba enfocada en salir de allí para seguir con lo suyo.

“Mi parte física era muy fuerte, muy bien construida, la masa muscular es un seguro de vida para todas las personas, para cuando estés enfermo o para cuando estés en la vejez. Hay que comprarlo, sí o sí. Tengo una reserva de salud muy grande y gracias a Dios progresivamente fui saliendo adelante”, explicó.

Enfrentando el mundo

En la segunda fase, que continúa, entre las muchas estrategias que decidió adoptar para recuperarse física y mentalmente empezó a pensar solo en ella y dejó de mirarse al espejo. No quería verse mal. Sin embargo, tenía que enfrentar el daño corporal.

Así pensó en su diario, pero con ambas manos vendadas, fue su hermana, Viviana, quien la asistió inicialmente. Sumado a eso se empeñó en hacer las tareas juiciosa y en pensar en el día siguiente. No se podía quedar quieta y practicaba sentadillas o cumplía con los ejercicios que las fisioterapeutas le realizaban.

“La segunda fase es la más dura, tienes que enfrentar el mundo y ahora sí decir, ¿acepto o no acepto esta nueva forma? porque yo no era así antes y qué pena decirlo, pero todas las personas me afirmann: tú te ves muy linda y has quedado más linda que antes. Pues obvio, nadie me va a decir que estoy fea”, cuenta.

Sostiene que a veces se intimida al verse al espejo, pero no quiere tapar algo que ya le pertenece. No se incomoda cuando le preguntan sobre lo que le ocurrió, aunque a veces la autoestima pega. No es el cuerpo que antes veía, pero sigue trabajando en esa aceptación y ganando seguridad.

Hoy Carolina sonríe. No hay nada que la haga pensar en retroceder. Quiere que su mensaje de recuperación, de fortaleza física y mental recale en sus clientes y en sus seguidores. ¿Influenciadora? Ella dice que no, pero en Instagram son testigos de su hazaña.

Manos alentadoras

Carolina conoció a Paola Quintero, su fisioterapeuta, en su gimnasio, pero casualmente fue una de las que la atendieron durante su estadía en el Hospital de Caldas.

La entrenadora sostiene que la intervención profesional ha sido fundamental para recuperar el movimiento y el de Paola, aún más. Es quien se encarga de sus terapias actualmente y destaca su interés por rehabilitarla con una herramienta fundamental: las manos.

“La terapia es manual, ella es muy entregada, se preocupa por cómo lo hago, se preocupa para que uno salga adelante. No te puedo decir el dolor de la fisioterapia, me salían lágrimas, pero ella me tocaba con algodones para que fuera aceptando el contacto. Su labor ha sido fundamental”.

Carolina en frases

  • El proceso de recuperación se inicia inmediatamente. Uno no puede bajar el foco ni un segundo, porque de eso depende la recuperación.
  • Dicen que el ejercicio es salud y ese lema lo he llevado a muchas personas, pero lo viví en carne propia y es increíble cómo Dios me pone de ejemplo, de demostración sobre lo que profeso todos los días. La masa muscular, el peso adecuado, un corazón fuerte, son un seguro.
  • Este proceso me ha llevado a resignificar mi profesión y a resignificar el mensaje que le quiero llevar a todo el mundo y por algo me pasó esto.
  • Mi impulso es demostrarle a la gente que no solamente es el cuerpo, uno no trabaja el cuerpo para que el otro lo vea.

Encuéntrela en Instagram como @_carogonzalez12