Foto | EFE | LA PATRIA ​​​​​​​Con un tono más solemne que reivindicativo, decenas de actos de homenaje a las víctimas de Hamás se desarrollaron por todo Israel: en Reim, donde unas 400 personas fueron asesinadas en el festival de música Nova; en Tel Aviv, o en Jerusalem.

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Con un tono más solemne que reivindicativo, decenas de actos de homenaje a las víctimas de Hamás se desarrollaron por todo Israel: en Reim, donde unas 400 personas fueron asesinadas en el festival de música Nova; en Tel Aviv, o en Jerusalem.

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EFE | LA PATRIA | Jerusalén

Las alarmas comenzaron a sonar a las 6:29 horas del 7 de octubre de 2023 en gran parte de Israel, que celebraba la festividad judía de Sucot, ante una andanada de más de 6.000 cohetes lanzados desde Gaza por Hamás, mientras más de 3.000 milicianos se infiltraron en las comunidades del sur del país.

De forma simbólica, esas mismas sirenas sonaron ayer, a la misma hora un año después, frente a la residencia oficial en Jerusalén del primer ministro, Benjamín Netanyahu, a quien gran parte de la sociedad israelí responsabiliza de los fallos de inteligencia que permitieron el mayor ataque de la historia de Israel y la mayor matanza de judíos desde el Holocausto, 1.200 personas en un solo día.

"Un año ha pasado desde esa mañana de sábado en la que mis padres despertaron en el kibutz en pánico y corrieron al refugio, para que luego los terroristas infiltrados se los llevaran a Gaza a punta de pistola, justo antes de recibir el último mensaje de mi padre", narró en ese acto Shir Siegel, cuya madre Aviva fue liberada en la tregua de noviembre -la única en un año-, pero su padre Keith sigue cautivo y herido.

Familiares de estos fallecidos, muchos de ellos soldados, y de los 250 rehenes que capturaron las milicias islamistas encabezadas por Hamás en los kibutz del sur de Israel, volvieron a manifestarse en contra del primer ministro, a quien le exigen un acuerdo que permita traer de vuelta a los 97 secuestrados que siguen cautivos en la Franja un año después, de los que una treintena se creen muertos.

"Israel se encuentra inmersa en una guerra de resurrección para garantizar que el 7 de octubre no vuelva a suceder", afirmó ayer, horas después, Netanyahu en una reunión especial de su gabinete de gobierno, reforzado tras haber pasado este año el primer ministro por sus momentos más flacos en popularidad, que parece revivir con la ofensiva iniciada en Líbano hace una semana.

"Desde aquel día negro, estamos bajo ataque en siete frentes", subrayó. Además de Gaza y Cisjordania; el 8 de octubre, en apoyo a la población palestina, la milicia chií Hizbulá comenzó a atacar el norte de Israel desde Líbano, hoy sumidos en otra guerra; mientras que los hutíes de Yemen, la resistencia islámica de Irak, las milicias proiraníes de Siria y, en dos ocasiones, Irán, también han lanzado ataques contra el Estado hebreo en el último año.

"Estamos cambiando la realidad en nuestra región", aseguró, un mantra que repite desde que Israel lanzó su ofensiva en la Franja de Gaza, que ayer cumplió un año con un rastro de 41.900 muertos palestinos -unos 17.000 menores- y 97.000 heridos, uno de los conflictos más devastadores de la historia de la región.


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