EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
Barbara Bush, fallecida ayer a los 92 años, fue la imprescindible matriarca de una dinastía política de EE.UU., una mujer apegada a lo tradicional que se ganó el apodo de "la abuela de todos" con su actitud cercana y su lengua sin tapujos.
Bush, que murió en su casa de Texas tras años de delicada salud, fue durante buena parte de su vida una espectadora clave de la política estadounidense, convirtiéndose en una primera dama muy querida y en una figura esencial en el ascenso de dos de sus hijos.
Esposa del expresidente George H. W. Bush (1989-1993), y madre del también exmandatario George W. Bush (2001-2009) y del exgobernador de Florida Jeb Bush, Barbara dedicó su vida casi por completo a los roles de madre y esposa, pero tuvo tiempo para dos batallas extra: contra la analfabetización y contra el cáncer.
Bush fue primera dama en pleno apogeo del reclamo feminista por liberar a la mujer de las cadenas del hogar, pero ella nunca se avergonzó de su empeño en dedicarse a sus hijos y ser el pilar de su marido, una actitud que le valió no pocas críticas, pero que ella siempre llevó con orgullo.
Nacida en 1925 en Nueva York como Barbara Pierce, e hija de un empresario editorial, la futura primera dama conoció a George H. W. Bush en un baile cuando tenía apenas 16 años y, aunque completó un año de estudios en la Universidad Smith, no dudó en abandonar la carrera cuando él terminó su servicio militar y regresó a EE.UU.
Los Bush se casaron en enero de 1945, cuando ella tenía 19 años, y la joven esposa no pensó nunca en retomar los estudios, dedicada por completo a su esposo y sus hijos: Dorothy, Marvin, Neil, Jeb y George.
En 1976 sufrió un episodio de depresión que atribuyó a la menopausia y a la soledad mientras su esposo era director de la CIA, y en 1989 fue diagnosticada con el síndrome de Graves, una enfermedad de tiroides.
"Al final de tu vida, nunca te arrepentirás de no haber aprobado un examen más, o ganado un juicio más, o cerrado un acuerdo de negocios más. Te arrepentirás de no haber pasado más tiempo con un marido, un amigo, un hijo, o un padre", dijo Bush en un discurso en la Universidad de Wellesley en 1990.
La exprimera dama fue fiel a este consejo hasta sus últimos días, que pasó en su casa de Texas y acompañada del hombre con el que estuvo casada más de 70 años.
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