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La manizaleña Martha Lucía Gómez de Henao falleció a los 86 años. Era amante de la tecnología y el fútbol. Fue dueña del emblemático negocio La Rueca. Sus familiares la recuerdan como una gran madre y abuela.
En la era de los influencers juveniles y del vértigo de las redes sociales, había una mujer nacida en 1938 que se ganaba el respeto y la atención de 17 mil seguidores en X. No era una experta en marketing digital ni una celebridad del entretenimiento. Era Martha Lucía Gómez de Henao, una manizaleña autodidacta, amante de la poesía, con cerebro de ingeniera y un inmenso corazón de madre.
Murió el pasado 5 de mayo en Medellín, a los 86 años, rodeada de los suyos, como siempre quiso. El cáncer no pudo arrebatarle lo vivido ni su legado. Hasta el final, luchó por su vida con la misma fuerza con la que defendía a James Rodríguez en sus trinos y con el mismo amor con el que educó a sus nietos.
Martha Lucía Gómez Echeverri nació el 24 de agosto de 1938.
Una vida de familia e historia
Nació el 24 de agosto de 1938, hija de Carlos Gómez Escobar y Sofía Echeverri de Gómez, una familia que dejó huella en la historia de Manizales. Su padre fue uno de los fundadores del Once Caldas en 1959.
Creció con cinco hermanos, en una casa que respiraba cultura. De joven fue enviada a estudiar a Londres, donde aprendió protocolo, idiomas y, tal vez sin saberlo, el gusto por lo sofisticado. En Europa conoció a Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1967, a quien admiraba profundamente, y saludó alguna vez a la reina Isabel II. Todo eso lo contaba con orgullo.
El 4 de junio de 1960 se casó con Armando Henao Londoño, con quien compartió más de cinco décadas de matrimonio, hasta que él falleció en el 2015. Tuvieron cuatro hijos: Carlos Ignacio, Victoria Eugenia, Cristina Lucía y Adriana María. Fue madre de tiempo completo, entregada y presente. Se aseguró de que cada uno de ellos tuviera la mejor educación, el mejor abrigo y la mejor versión de sí mismos.
Además de sus cuatro retoños, Martha Lucía quería a Carlos Ignacio Giraldo (izq.) como si fuera otro hijo. En la foto, el día del matrimonio de su nieto Miguel, en enero del 2024.
La Rueca: memoria de Manizales tejida en lana
Durante los años 70, Martha Lucía y su esposo fundaron La Rueca, un almacén de lanas, adornos y telas en el Centro de Manizales. Más que un negocio, se convirtió en sus 20 años de existencia en un punto de encuentro para quienes sabían que las personas amantes de la creatividad manual.
Allí permanecía ella, detrás del mostrador, entre hilos y botones, guiando a las clientas, conversando sobre recetas o poesía, compartiendo ideas. Era una empresaria en la práctica, desde el corazón y sin necesidad de una educación formal. Como recuerda su hija Victoria, “era incansable, nunca podía quedarse quieta”.
El amor de la vida de Martha Lucía fue Armando Londoño, quien falleció en el 2015.
Martha Lucía, de Manizales a Medellín, pero sin renunciar al origen
Hacia finales de los años 90, la familia dejó Manizales casi sin planearlo. La Alcaldía compró la casa quinta que tenían Martha y Armando cerca del puente de ingreso a Villamaría con el objetivo de ampliar las vías. Fue así como, en una visita de fin de semana a uno de sus hijos en Medellín, compraron un apartamento en El Poblado… y ya no regresaron.
Aunque no volvió físicamente a su ciudad natal, su corazón nunca dejó Manizales. Siempre mantuvo contacto con sus sobrinas, sus amigas y su historia. Fue una manizaleña desde la distancia, pero con identidad firme.
Martha con Bruno, su querido gato.
Amor por la tecnología: la abuela que tuiteaba y sabía de IA
Si algo sorprendía a quienes la conocían era su capacidad de adaptación tecnológica. Según Miguel Henao, su primer nieto, Martha Lucía manejó redes sociales con destreza, diseñó páginas web dedicadas a la poesía y hasta se actualizó en inteligencia artificial (IA). Su cuenta en X, @Malugoe, acumuló 17 mil 266 seguidores. Allí compartía reflexiones, análisis de la política nacional y mundial, datos culturales y, sobre todo, su afición al deporte.
Sus nietos aún recuerdan las noches en las que jugaban hasta quedarse dormidos en sus brazos o aprendiendo capitales del mundo, viendo tutoriales y analizando mapas. “Era la más amante de la tecnología. Siempre la recordaré como una abuela amorosa, juguetona y enamorada de la cocina”, dice su nieto Daniel López.
Era capaz de emocionarse con una app nueva, de comprender algoritmos y de explorar la IA con más profundidad que muchos ingenieros recién graduados. En un mundo que parece dejar atrás a los mayores, Martha se volvía indispensable en las conversaciones sobre innovación.
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— Martha Lucia™ (@Malugoe) February 25, 2025
James Rodríguez, su “nieto adoptivo”
Su otra pasión era el fútbol internacional. No era hincha de un equipo, sino de un jugador: James Rodríguez. Lo defendía en todas las plataformas, lo elogiaba sin medida. Llegó a hacerse amiga, vía Instagram, de la madre del futbolista. Cuando el capitán de la Selección Colombia se fue a un club de Arabia, ella buscaba transmisiones por todo internet para no perderse los partidos.
Su hija recuerda con risa y nostalgia que “no permitía que nadie hablara mal de James”. Era su nieto adoptivo, su orgullo deportivo. Compartía esa emoción con sus propios nietos. Los fines de semana eran para el fútbol y el golf. Nunca se perdía los torneos y era feliz analizando lo que veía.
Aunque su ADN familiar indicaba que debía apoyar al Once Caldas, ella prefería alentar a la Tricolor y, por supuesto, disfrutaba de los estadios europeos, la Champions y la elegancia del fútbol de primer nivel.
La foto de perfil de @Malugoe en X. Tenía 17,2 mil seguidores e hizo 98,9 mil posts.
Martha Gómez de Henao, abuela, madre y amiga
Si algo resalta en todos los testimonios es su dedicación a la familia. Era el punto de unión, la voz de la sensatez, la sonrisa en las navidades. A sus nietos les hacía postres con recetas secretas y les daba regalos que siempre acertaban. Tenía un instinto para saber qué necesitaba cada uno, incluso antes de que lo dijeran.
“No sé cómo lo sabía, pero siempre atinaba. Y el mejor regalo era su presencia, junto con la de mi abuelo”, dice Daniel con nostalgia.
Tuvo cuatro hijos, nueve nietos y hace apenas un mes una bisnieta, a la que no alcanzó a conocer en persona. La esperaba con ilusión, como una nueva página de la historia que tejía cada día. Su casa en Medellín estaba llena de vida: cuatro gatos, dos perros, libros, pantallas, flores y tejidos.
Bruno, uno de sus gatos, era su adoración. Lo cuidaba como a un hijo más. Con su compañía, en medio de las aplicaciones y los rompecabezas digitales que le gustaba armar, seguía cultivando la poesía, el arte y la ternura.
La reina de la familia era Martha Lucía (centro), quien siempre gozó del amor de sus hijos y nietos.
Luchadora hasta el final
El cáncer llegó sin pedir permiso. Martha Lucía luchó en silencio, pero con dignidad. Nunca se quejó en exceso ni se rindió antes de tiempo. Siempre peleó por disfrutar de cada día junto a los suyos.
Falleció rodeada de amor, con la certeza de haber vivido intensamente. Sus hijos, nietos, amigos y vecinos la recordarán como una mujer de múltiples mundos: tradicional y moderna, amorosa y brillante, espiritual y racional. Fue una abuela en la era digital, una empresaria en la Manizales de la década de los 70, una tuitera en sus 80 y una madre permanente.
Martha Lucía Gómez de Henao no está, pero su voz seguirá apareciendo entre los trinos antiguos, los goles repetidos de James, las bufandas guardadas con cariño, los recuerdos familiares y los sueños de sus nietos.
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