Ruth Peñaloza y Guillermo Ceballos, con el retablo musical Vivan los Niños, de la Corporación Rafael Pombo.

Fotos | Cortesía | LA PATRIA

Ruth Peñaloza y Guillermo Ceballos, con el retablo musical Vivan los Niños, de la Corporación Rafael Pombo.

El piano en casa de doña Ruth Peñaloza de Ceballos guardó silencio el pasado 24 de mayo. A los 96 años, falleció en Manizales esta mujer que dedicó su vida a la educación artística, la música colombiana y el civismo comunitario, junto a su esposo y compañero de obra, el maestro Guillermo Ceballos Espinosa.

Su nombre evoca melodía, pero también valores, comunidad, familia y enseñanza. Educó con firmeza y con una ternura que aún recuerdan varias generaciones de estudiantes. Desde las aulas hasta el comedor familiar, su vida fue una lección de armonía.

 

Desde el Conservatorio hasta el barrio

Formada en el Conservatorio de Música de Manizales, Ruth comenzó como profesora de piano y secretaria a los 22 años. Allí conoció a quien sería su esposo y cómplice de vida, Guillermo Ceballos. Su matrimonio no solo fue sentimental: “Armaron esa unión entre ellos y empezaron a participar de la vida cultural de Manizales”, dice su hijo Roberto Ceballos Peñaloza.

En los años 70, fundaron la Normal Musical de Caldas, que formó a muchos de los primeros docentes de música en el departamento. De esa experiencia nació también la orquesta Perla del Ruiz, que interpretaba música colombiana. Esta se convirtió en la primera agrupación caldense en ganar el premio Mono Núñez, máximo galardón en música andina colombiana, en 1985.

Mi mamá era pianista clásica, pero cuando se juntó con los profesores de la Normal, le presentaron la música colombiana y la absorbió inmediatamente”, recuerda Roberto.

La orquesta La Perla del Ruiz.

 

La casa de los Ceballos Peñaloza como semillero de arte

Después del cierre de la Normal, crearon la Corporación Rafael Pombo, desde la cual Ruth dirigió coros infantiles y continuó con clases particulares.

Su hogar se convirtió en un espacio de aprendizaje musical, donde incluso sus nietos y sobrinos participaban. Así nació el grupo Las Tres Generaciones, conformado por padres, hijos y nietos que tocaban juntos. “Tocábamos en la casa, a veces salíamos, pero más que conciertos eran reuniones familiares con música”, recuerda Roberto.

Además de enseñar, Ruth ilustró el libro Iniciación a la música: flauta dulce y repertorio escolar. Fue una copista musical meticulosa, capaz de escribir pentagramas a mano con elegancia y de hacer las ilustraciones que acompañan sus obras. 

Ruth Peñaloza de Ceballos

Imagen del libro 'Iniciación a la música', testigo fiel de las habilidades manuales de doña Ruth. Su familia también se benefició de esa pasión: les regalaba las pinturas que hacía en sus tiempos libres.

 

Doña Ruth, una madre presente

En su hogar, Ruth era ejemplo. Suspendió sus actividades profesionales mientras criaba a sus siete hijos. “Ella dejó de trabajar y dejó inclusive el piano mientras todos nosotros estuvimos pequeños”, recuerda su hija Adela María. “Una mujer muy hacendosa, muy dedicada al hogar, muy afectuosa, romántica”.

Cocinaba para unir. La natilla, los buñuelos y los postres eran pretextos para convocar a los suyos. “El momento del encuentro de toda la familia para ella era fundamental. Que no fuera a haber diferencias entre nosotros”, afirma.

A pesar de su dulzura, su disciplina era clara. “Era exigente con nosotros en nuestros deberes, pero siempre con ese carisma de traer a la gente hacia el hogar”, dice Adela.

 

Vocación cívica de Ruth Peñaloza y Guillermo Ceballos

Junto a su esposo, participó activamente en la vida comunitaria del barrio Residencias Manizales. “En esa actividad del barrio estuvo involucrada toda la familia. Mis papás con otros líderes hacían festivales, empanadas, conciertos y todos los hijos teníamos que ayudar”, recuerda su hija.

También fue parte de la Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales y de la Sociedad de San Vicente de Paúl, con las que trabajó durante más de 30 años. “El liderazgo de ellos se puso en evidencia no solo con la cooperativa, sino con la creación del colegio de la Niña María. Eran líderes comunitarios y ejemplo de familia”, resalta Gonzalo Duque Escobar, miembro de la Sociedad y amigo cercano de la familia.

 

Ruth, la amiga, tía y abuela con carácter dulce y firme

Ruth era reconocida por su amabilidad. “Era una mujer familiar, amorosa. Fuera de eso, muy sensible. Trataba a los hijos y a los vecinos con ternura”, dice Gonzalo. “Por ejemplo, mi mamá era de carácter fuerte, a diferencia de ella, que era muy suave. Eso la caracterizaba”.

En palabras de su sobrina, la periodista María Teresa Peñaloza Calle, “era una gran tía, muy querida, muy musical, muy culta. Nos enseñó piano desde niños y confiaba en nosotros. Era una mujer que brilló en su piano y una gran madre y esposa”.

A sus 13 nietos y 4 bisnietos los marcó con su dulzura. “Era juguetona con los niños, siempre presente para escucharnos y darnos consejo. Muy íntegra, muy culta, de un lenguaje limpio”, dice Adela.

La orquesta Perla del Ruiz.

 

La despedida de una maestra cultural en Caldas

El sepelio, el 26 de mayo, fue un homenaje coral. Generaciones de estudiantes, familiares y amigos llegaron a despedirla. “Aunque llevaba más de 10 años retirada, fueron alumnos de todas las épocas. Fue muy hermoso ver ese reconocimiento”, afirma Adela María.

Ella no dejó la música nunca. Vivió rodeada de amor y arte hasta el final”, resume Roberto.

Ruth Peñaloza fue, más que una maestra, un símbolo de coherencia. Educó con el ejemplo y vivió con la armonía como filosofía.

Ruth Peñaloza de Ceballos

 


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