Una ciudad educada, pero no para todos: voces desde Manizales

Fotos | Archivo | LA PATRIA

El vocalista de la agrupación Narcocracia, Leandro Martínez, fue agredido en un bar de Manizales tras subir al escenario con una falda, el hecho ha generado debate sobre la aparente apertura cultural de la ciudad frente a expresiones de género y diversidad.

La reciente agresión del vocalista de la agrupación de rock Narcocracia, Leandro Martínez, quien usó falda durante una presentación en un bar de la ciudad, reabrió el debate sobre qué tan conservadora o liberal es Manizales.

Aunque se promueve como una capital cívica, educada e inclusiva, líderes sociales, académicos y políticos afirman que detrás del civismo aún persisten el racismo estructural, el machismo y un fuerte arraigo a valores tradicionales.

La capital de Caldas ha sido históricamente reconocida por su civismo, su religiosidad y su fuerte tejido familiar y en años recientes se proyecta como una ciudad educada y universitaria, pero la inexplicable agresión del cantante bogotano pone sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿Manizales es una ciudad conservadora?

La respuesta no es sencilla y varía según a quién se le pregunte. Para la doctora en Ciencias Sociales Jhoana Patiño López, investigadora del Cinde y activista por los derechos de las niñas y mujeres, la ciudad vive atrapada entre una imagen idealizada y una realidad que incomoda.

Manizales ama verse al espejo. Saca pecho y se repite como loro mojado que es la más educada, cívica y con alta calidad de vida de Colombia. Pero lo que ese reflejo no le muestra es aquello que barre debajo de la alfombra: el conservadurismo moralista, el machismo cotidiano, el racismo estructural y el clasísmo orgulloso”.

Esta contradicción también se evidencia en las aulas universitarias. Aunque se presume de una oferta educativa amplia, persisten prácticas que perpetúan desigualdades. Patiño afirma que “muchas universidades enseñan con una autoridad vertical, sin perspectiva de género ni ética. Hay mujeres acosadas por profesores y no hay garantías reales de justicia”.

El civismo, uno de los valores más promovidos, opera como mecanismo de control. “Aquí no se protesta porque se ve feo. Las mujeres feministas, las personas trans, las voces negras o indígenas que denuncian, son vistas como amenazas al orden estético y moral”, sostiene Patiño.

La agresión a un cantante por su vestimenta abre debate sobre si Manizales es tan inclusiva como afirma. Ciudadanos y líderes sociales hablan de racismo, machismo y clasismo encubierto.

 

Hechos que ensombrecen la imagen de la ciudad

Un testimonio de un líder de la comunidad afrodescendiente en la región, que prefirió reservar su nombre, expone otra cara de la exclusión: “Hay mucho racismo. Entramos a centros comerciales y nos rotulan o nos confunden con venezolanos. Siempre existe ese estigma hacia quienes no son de la ciudad. Manizales se vende como inclusiva, pero no se vive realmente en esa dimensión”.

Reseñó que: “En esta ciudad es muy difícil ver a una persona afro trabajando en atención al público, en un banco o en una oficina gubernamental. Hay una exclusión evidente”.

Desde la política local, el exconcejal Jorge Alberto Betancur asegura que “Manizales es una ciudad conservadora por muchas realidades. Primero por su historia, segundo por sus familias. La familia es el centro de ese pensamiento. El joven, aunque sea rebelde en su etapa, vuelve a los valores que aprendió de niño. El arraigo de la fe, de los principios, lo atrapa otra vez”.

Para Betancur, ser conservador no es negativo: “Por el contrario, es muy bueno. Una ciudad conservadora es una ciudad de principios, de valores, de fe. El civismo en esencia es ser conservador”.

Una postura más matizada es la de Óscar Gutiérrez Reyes, líder de Dignidad Cafetera, quien reconoce la existencia de grandes rasgos del conservadurismo, pero también advierte recientes cambios liberales que dan otra dinámica a la ciudad.

“Sí, es una ciudad conservadora, sin duda. Pero también se han presentado cambios que se reflejan en la ciudad. Lo importante es que los cambios positivos se adopten, los negativos no”.

En el campo laboral y campesino, observa algunas mejoras, pero advierte que aún falta mucho: “Hay avances, pero no muy significativos. No es solo culpa de los productores, sino de la economía del país que no permite tener ingresos suficientes para cumplir con todas las normativas. El país ha cambiado, pero los cambios reales en inclusión aún son limitados”.

Una posición semejante tiene Óscar Arturo Orozco, líder sindical de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, "Aquí Los gremios son muy cerrados y ni hablar de los espacios democráticos como Concejo y la Asamblea, donde son muy cerrados frente a las discusiones que planteamos, que son para el bienestar de los trabajadores y los sectores menos favorecidos".

Describe la ciudad como muy cerrada desde la dirigencia y las autoridades que han manejado la ciudad. "Son muy conservadores, la ciudad es muy católica y tiene unos patrones culturales muy arraigados que se aprecian en muchos comportamientos. Afortunadamente el mundo avanza y en ello es clave la manera como los jóvenes empiecen a tener un pensamiento más abierto".

Concluyó en que la ciudad es complicada para dar apertura, "pero seguimos batallando, para cambiar conceptos y luchamos por una apertura mental de parte de la sociedad manizaleña". 

Es por ello que la agresión al vocalista, Leandro Martínez, por su forma de vestir, no es un hecho aislado, sino un síntoma de una ciudad que aún se incomoda con la diferencia, así no sea un concepto, ni una práctica generalizada.

"No puedo decir que la agresión que recibí en Manizales se deba a que la ciudad es conservadora, para mí es un caso aislado de intolerancia, aunque la verdad no conozco bien la ciudad y no sé que tan abierta sea para nuevas protestas", puntualizó el artista agredido. 

 

Lo que se ve y lo que no

La imagen de Manizales como ciudad educada, limpia y ordenada convive con prácticas excluyentes que afectan a mujeres, comunidades afro, personas LGBTIQ+ y quienes vienen de otras regiones. El civismo funciona muchas veces como una herramienta de silenciamiento social.

Aunque se presume de apertura e inclusión, no todos los grupos se sienten acogidos. Las comunidades afrodescendientes aseguran que el racismo aún es evidente y que por ello miembros de su comunidad han preferido migrar porque no hallan oportunidades reales en la ciudad.

En conclusión, Manizales mantiene rasgos profundamente conservadores, tanto en lo moral como en lo social, y aunque se han registrado algunos avances, la inclusión plena sigue siendo una promesa más que una realidad.

 

Las razones de la herencia conservadora según la IA

Históricamente, Manizales ha sido considerada una ciudad de fuerte tradición conservadora. Desde finales del siglo XIX y durante buena parte del siglo XX, la ciudad fue un baluarte de la llamada “Antioquia conservadora”, participando activamente en las guerras civiles de la época y manteniendo una postura política y cultural alineada con los valores conservadores predominantes en la región paisa.

De hecho, Manizales fue conocida como el “Nido de Águilas”, apodo que resaltaba su importancia como bastión conservador y su resistencia frente a las fuerzas liberales, que solo en una ocasión lograron ocuparla.

Aunque la herencia conservadora sigue siendo parte del imaginario colectivo y de la identidad histórica de la ciudad, en las últimas décadas Manizales ha experimentado transformaciones importantes.

El crecimiento del sector universitario, la diversificación económica y la apertura cultural han aportado a una sociedad más plural y dinámica.

Un informe reciente señala que, aunque la ciudad sigue siendo vista como conservadora, este rasgo ha ido perdiendo fuerza y complejidad, especialmente entre las nuevas generaciones y en los espacios universitarios y culturales.

La vida universitaria, la innovación y una agenda social más amplia han contribuido a matizar la imagen tradicional, aunque persisten elementos conservadores en sectores de la sociedad y en ciertas prácticas culturales y políticas

En síntesis, la combinación de su origen, su papel en los conflictos armados, el liderazgo político conservador y una cultura social tradicional explican por qué Manizales es vista históricamente como una ciudad conservadora.

 


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