Foto | Archivo Unimedios | LA PATRIA
El envejecimiento de la población está transformando la forma en que se organizan las ciudades. En Colombia el porcentaje de personas mayores de 60 años pasó del 9,2 % en 2005 al 15,9 % en 2024.
El rostro demográfico de Bogotá está cambiando rápidamente. Un reciente estudio realizado por Julieth Andrea Parra Hincapié, especialista en Análisis Espacial de la Universidad Nacional de Colombia, revela que la capital colombiana se está fragmentando según la edad de sus habitantes, con una marcada división entre un sur joven y empobrecido, y un norte envejecido pero con mejores condiciones de vida.
“Más allá de que seamos más adultos mayores, el problema es cómo respondemos como sociedad y como ciudad”, advierte Parra. “Si no hay entornos asequibles, seguros y pensados para distintas edades, se profundiza la segregación etaria y aumentan los riesgos de aislamiento, especialmente en una etapa de la vida en la que el apoyo social es esencial”.
Una transformación demográfica en marcha
Según el DANE, el envejecimiento poblacional en Colombia es acelerado: en 2005, el 9,2 % de la población tenía más de 60 años; para 2024, la cifra ya alcanza el 15,9 %. En Bogotá, el índice de envejecimiento es de 72 personas mayores por cada 100 menores de 15 años, muy por encima del promedio nacional (60). Además, el Fondo de Población de las Naciones Unidas proyecta que para 2051 el país alcanzará su punto máximo poblacional con una estructura marcadamente envejecida.
El nuevo mapa de Bogotá: dónde viven los jóvenes y los adultos mayores, una ciudad segmentada por generaciones y las oportunidades.
El mapa invisible de la edad
La investigadora Parra analizó más de 2.700 secciones censales del Censo 2018 del DANE, lo que permitió trazar una geografía social inédita de Bogotá. Los hallazgos muestran que:
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Niños y adolescentes se concentran en el sur y suroccidente: Bosa, Usme, Ciudad Bolívar y San Cristóbal.
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Estas zonas sufren altos niveles de pobreza multidimensional y una baja oferta de equipamientos urbanos como parques o centros culturales.
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Adultos mayores predominan en el norte y centro: Chapinero, Teusaquillo, Barrios Unidos, Chicó y Usaquén, sectores con mejores condiciones de infraestructura y calidad de vida.
La ciudad que no se mezcla
Por medio de herramientas de análisis espacial y Sistemas de Información Geográfica (SIG), el estudio midió la co-accesibilidad, es decir, la posibilidad de que distintas generaciones compartan espacios urbanos. Los resultados muestran que los sectores con más adultos mayores —especialmente el centro y nororiente— tienen los niveles más bajos de mezcla generacional.
“No se trata de que falten equipamientos, sino de que estos no propician el encuentro. Hay parques y bibliotecas, pero no necesariamente son espacios en los que coincidan distintas generaciones”, aclara la investigadora.
En contraste, en el sur y suroccidente —donde vive la población más joven— la co-accesibilidad es mayor, lo que puede fortalecer el capital social y el sentido de comunidad.
El reto de una ciudad fragmentada
El estudio de la Universidad Nacional no solo revela una preocupante segmentación etaria en Bogotá, sino que plantea un desafío de fondo: ¿cómo construir una ciudad que no aísle por generaciones?.
“Si las generaciones no se encuentran, no se reconocen. Y una ciudad que no se reconoce a sí misma termina fragmentada”, concluye Parra.
Con más de un millón de adultos mayores y una expectativa de vida en ascenso, Bogotá está ante una disyuntiva clave: avanzar hacia una ciudad que promueva la integración social o seguir profundizando las fronteras invisibles que hoy la dividen.
El mercado de vivienda y la segregación etaria
La configuración del mercado inmobiliario también perpetúa la fragmentación etaria. Según Parra, “los adultos mayores permanecen en barrios tradicionales, con viviendas grandes y consolidadas, mientras que los hogares jóvenes, más numerosos y con menores ingresos, se desplazan hacia zonas periféricas en donde los costos son más bajos, pero también hay menos servicios”.
Las viviendas en sectores antiguos como Teusaquillo o Barrios Unidos no se adaptan fácilmente a nuevas dinámicas familiares, dificultando la movilidad residencial y limitando la llegada de nuevas generaciones.
Recomendaciones para una ciudad intergeneracional
El estudio concluye que Bogotá necesita urgentemente criterios intergeneracionales en su planeación urbana. Parra recomienda:
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Redes peatonales seguras.
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Viviendas flexibles y accesibles.
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Espacios públicos que fomenten la interacción entre generaciones.
“Una ciudad amigable con las personas mayores también es una ciudad mejor para todos. Necesitamos barrios en donde los mayores puedan permanecer, pero en donde también se reciban nuevas generaciones”, enfatiza.
Además, advierte que es urgente fortalecer el sistema de cuidado con una visión territorial: “Durante una década invertimos en la primera infancia, ahora debemos pensar en el cuidado de la vejez, en cómo acompañar a quienes serán mayoría en pocos años”.
* Esta información se elaboró en colaboración con la Agencia de Noticias de la UNAL.
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