La fortaleza espiritual y mental
Señor director: 

No todos tenemos, por infortunio, la misma fortaleza espiritual ni mental, que es la capacidad de mantenerse fuerte y saludable después de un suceso negativo, difícil o desafiante. Recuperarse puede reducir los efectos negativos del sufrimiento a largo plazo y puede proteger contra el estrés futuro. La espiritualidad es una dimensión de donde nace la paz en las personas, permite la humanización en las comunidades a través del fomento de la confianza y del valor de los activos humanos. Esas fortalezas se deben emprender desde la infancia, siendo la familia el eje central, pues los padres juegan un papel preponderante. En los hogares disfuncionales se quebrantan con gran ímpetu estos cimientos tan básicos; en cambio en los que existe armonía, unión, fraternidad, comprensión, tolerancia, apoyo moral, surgen personas con un potencial mayor de fortaleza, como seguridad y confianza en sí mismo. Hay quienes se derrumban muy fácilmente con cualquier altibajo que se le presente y les cuesta salir avante, de ahí la importancia de la familia. En cambio hay personas más fuertes, que pese a las vicisitudes tienen mayor resiliencia y una capacidad asombrosa de recuperación. Vienen a ser el sostén de los más débiles y frágiles. Se debe buscar nutrir el espíritu cada día con buenos hábitos, para lograr imprimir una  buena dosis de fortaleza, aunque el hierro también se derrite. 
Alvaro Alzate Ussma.

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