Prevenciones para cabalgar
Señor director:
El paseo a caballo puede hacerse solo, sin acompañante, siempre y cuando sea breve, de pocas cuadras o a la vista de personas que puedan acudir en ayuda del jinete en caso de necesidad.
Peor por regla general es mejor salir con un compañero, al menos con uno y preferiblemente con varios. Se disfrutará más, por la conversación amena y por el mero hecho de ir con alguien al lado. Nadie está libre de un accidente, de un evento relacionado con la salud, o de un atraco, asalto o secuestro. Por otra parte, el caballo se siente más seguro, tranquilo y contento en compañía de sus congéneres y su manejo se facilita así.
La cabalgadura, ante todo, ha de estar bien herrada. Si en plena cabalgata pierde una o varias herraduras hay que apearse y regresar con el caballo de cabestro, excepto si el paseo es por potrero, pisando suelo blando todo el tiempo.
Si la actividad se prolonga hay que dejar que el caballo descanse, que coma algo de pasto y que beba si tiene sed.
Las alforjas son indispensables cuando el programa es largo o ha de prolongarse. En ellas se lleva la capa plástica, lo que ahora años se llamaba el encauchado.
También van en las alforjas una botella de agua potable y el “gato” o sea el bitute (fiambre).
Además, por precaución, curitas y unas tijeras romas, que pueden ser útiles para varios menesteres.
Para el jinete se requiere un sombrero que defienda de los rayos solares, o una gorra con buena visera. Camisa de mangas largas que proteja de la quemadura del sol; si la camisa es de mangas cortas, un poncho atravesado defiende brazos y antebrazos. Si el clima es frío habrá que abrigarse con una chaqueta o con una ruana.
Es aconsejable el uso de guantes, no porque las manos sufran por el roce de las riendas sino porque constituyen el “tren de aterrizaje” en eventuales caídas sobre piso duro o escabroso.
Casi todo lo que se mete en los bolsillos traseros del pantalón sale de ellos cuando se monta a caballo; prácticamente lo único que no se pierde es un pañuelo y el papel higiénico que no ha de faltar, protegido dentro de una bolsita plástica para que no se deshaga por la fricción, o por la humedad si es que llueve.
Se cae de su peso la importancia de llevar dinero suficiente, el documento de identidad y, por supuesto, el celular cargado con electricidad y con minutos.
Don Cecilio Rojas
Hay que buscar el justo medio
Señor director:
La polarización daña a la sociedad. Desafortunado y muy triste para cualquier país que sus diferentes fuerzas políticas al ser inclementes y nada amistosas con la búsqueda de la grandeza, estén llevando a la proverbial alegría y laboriosidad de más de nueve millones de familias, a un estado de postración y franca agonía, a su desmoralización.
Cómo es, por Dios, que no entienden la idea central del presidente
Duque de un gran Acuerdo nacional para acabar con la rastrera y peligrosa
polarización; que en el lenguaje del padre del presidente Duque, Iván
Duque Escobar, en su valioso opúsculo de 1982, sobre el expresidente
Carlos E. Restrepo, es simple y llanamente la intolerancia, sentimiento bárbaro que explicaba, escribió él, los graves hechos que sucedieron entre la muerte de Rafael Núñez en 1894 y la posesión de Rafael Reyes en 1905.
Los hombres públicos deben conocer muy bien la historia de Colombia para
que no repitan graves y malhadados episodios. Hay que buscar el justo medio en todo. Queda por decir que muchos de los que asumen la condición de políticos en este año 2019 sufren a tutiplén de esa rabiosa enfermedad mental: La intolerancia.
Rogelio Vallejo Obando
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