Dan pena... pelaron el cobre
Señor director:
Hace unos días, en al menos 25 ciudades de Colombia hubo marchas de protesta contra la Superintendencia Nacional de Salud, con motivo de la canallesca circular del pasado 20 de septiembre. En algunos lugares, a juzgar por las imágenes que nos llegan a través de Youtube y otras redes -no de los medios masivos de comunicación- los plantones y marchas fueron multitudinarios. Y se coreaban en forma clamorosa consignas y gritos como éstos: “Con nuestros niños no se metan”, “En Colombia, los niños no se tocan”, “No a la Superintendencia”, “Fuera Leal”, “No a la cultura de la muerte”, “No a la ideología de género”, “Los hijos son nuestros, no del Estado”…y otros cuantos de igual significación y fuerza. Felizmente, pude acompañar el plantón en Ibagué; fue significativo en cuanto al número de participantes, aunque hubiera debido ser mayor. Pero fue emocionante en cuanto a la fuerza y el valor con que los que nos reunimos gritamos nuestra erguida protesta contra las pretensiones perversas del Gobierno nacional a través de la abusiva Supersalud.
Algunos medios masivos de comunicación ¡pelaron el cobre! Hubiese sido apenas natural que, al menos, hubieran consignado el hecho; hubiese sido su deber; eso si no estuvieran, como lo demuestran, totalmente sesgados, cooptados, puestos servilmente al servicio de las ideologías y tendencias con que se quiere encauzar la vida de los colombianos. Da pena. Salen a la calle cincuenta delincuentes a bloquear una vía, o a agredir a las autoridades legítimas, o a hacer ostentación de sus desvaríos morales, ¡y eso sí es noticia, eso sí merece espacio publicitario! Pero desfilan, organizada y respetuosamente quienes defienden los valores cristianos de la sociedad y la familia, y eso ni se menciona siquiera. Sí, dan pena los grandes medios de comunicación.
Mario García Isaza
Mascotas sin bozal
Señor director:
Es de elemental entendimiento el por qué las mascotas se han convertido en fieles compañías de muchos seres humanos, llegando al extremo de no poder prescindir de ellas por su lealtad y nobleza. Lo que no es válido, ni comprensible, es que algunas de estas mascotas ya están calificadas como razas peligrosas y así salen a callejear y para completar, sueltos, sin bozal; también es común que sean varios y, en consecuencia sea más difícil de controlarlos por quienes los pasean o callejean con ellos.
Es frecuente para quienes salimos temprano a caminar con el amanecer y después de experiencias no muy agradables con estos canes y de paso con sus dueños, tengamos que cambiar de rumbo para abrirles paso a tan ilustres paseadores con amos más agresivos que las mismas mascotas. Por favor, póngale el bozal a esas mascotas, se les sugiere, y en vez de aceptar que existen normas, imponen su ley, que es la de ellos y en consecuencia las que tienen validez, porque sus “bebés” merecen respeto y consideración por encima de los seres humanos... Da pánico encontrarse con una jauría suelta y con un guía tan desconsiderado. Normas por demás que nacen muertas, como muchas otras, ya que quién las hace cumplir y quién le pone el cascabel al gato, y a quienes les corresponde, no lo hacen.
Elceario de J. Arias Aristizábal