De Guatemala a Guatepeor
Señor director:

Un dicho popular muy conocido y repetido, que gana vigencia hoy en la historia política de Colombia: “Es mejor malo conocido que bueno por conocer” que si se analiza, no es tan válido ya que la lógica no parece articularse con su verdadero contenido. Gana racionalidad elaborado de otra manera: Es mejor bueno por conocer que malo ya conocido. Estábamos asfixiados, exhaustos y hasta la coronilla con gobiernos que avasallaron y sojuzgaron a las clases populares y, en forma manifiesta la violación flagrante de derechos humanos como algo aberrante que corrompe el Estado de Derecho y la democracia.
Con ese atosigamiento y larga monotonía de la obra teatral con el mismo libreto y los mismos actores, llegó una propuesta que parecía traer renovación y aire de cambio. Cantos de sirena y, nada más. Quienes somos afectos a los cambios asumimos esta bandera con propuestas al parecer de avanzada y de vanguardia y optamos por tomar ese sendero que tocaba los sentimientos políticos de igualdad, de justicia y de libertad como esencia de una propuesta que se acercaba a los intereses políticos sin demagogias, sin engaños ni sofismas, y se sabía que el camino no era fácil. Es difícil caminar para adelante mirando para atrás. No tiene explicación tumbar lo edificado porque “todo es malo”, en vez de refaccionarlo y mejorarlo. No se requiere tener cartones en politología, sociología, ciencias sociales y otras afines cuando los hechos hablan por sí solos y “por sus frutos los conoceréis”.
Los indicadores, son fehacientes en la voz de los ciudadanos que angustiados dicen la verdad.
- Los pobres, siguen pobres (¿Vivir sabroso? ¡Mamola!).
- La salud, de enferma pasó a ser un cadáver vivo.
- Dos colombias: La epulona y la proletaria, siguen vivas.
- Un presidente que utiliza la plaza pública para arengar a un pueblo sencillo y humilde que espera una lluvia de soluciones como en el cuento de Aladino.
-Aún hay personas que creen que caerá maná del cielo y llenará la plaza de Bolívar en Bogotá como en los tiempos bíblicos.
- Y, de la inseguridad, ni hablemos
La percepción, sin el apoyo estadístico, que también es categórica; cuando no hay sesgos, ni intereses creados, es porque vamos por el camino equivocado, se nos perdió la brújula y, como en el juego tramposo: ¿dónde está la bolita?
Elceario de J. Arias Aristizábal

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