Materas muertas
Señor director:
Murieron y nadie se da por enterado. Hace muchos años, no sé realmente cuántos, instalaron unas materas de eternit en el pasaje del centro comercial parque Caldas, donde quedaba la 14; o sea, para más señas, frente al edificio donde está la Registraduría Especial de Manizales y otros despachos oficiales.
El caso es que tales materas están arruinadas, destruidas y aparentemente miserables. Qué bueno sería que las remplazaran o las retiraran de allí, a ver si esa callecita deja de verse tan abandonada.
Bernardo Molina Marulanda.
Ya para terminar
Señor director:
Darío no encontraba el libro en ninguna parte del apartamento. Ya todo estaba empacado para irse a vivir con la mujer que precisamente le había regalado el libro. Se habían casado. Recordó la llamada de ella diciéndole que su amigo le acababa de colgar el teléfono, pero que ella, una desconocida, estaba dispuesta a prestarle el dinero, con la condición de que recibiera un regalo. Así fue. Una biblia. Él prestaba dinero continuamente para ponerse al día en sus deudas, ya que llevaba meses desempleado. Era periodista, pero por cuestiones ideológicas lo habían despedido de varios medios de comunicación.
Estaba deprimido, entregado al licor, endeudado, sin ganas de vivir. Acababa de escribir un libro titulado “Ya para terminar”, en el que descubría secretos indignos de altas personalidades que serían su muerte política y pública. El título también hacía referencia a sí mismo, pues estaba cavilando su propio suicidio. Llevó su escrito a un conocido editor.
Le dijo: -cuando sepa de mi muerte, publíquelo. Le auguro ventas increíbles de este póstumo libro.
- ¿Se encuentra, don Darío, muy enfermo?
- Sí, así es. Pronto le traeré dinero para su edición.
Darío apenas había hojeado el libro, regalo de extraña señora que arriesgaba su dinero con un desconocido y por una biblia. Poco a poco, Darío fue leyendo distintos textos de aquel esotérico libro que para él era completamente indiferente, pues era agnóstico y ateo. Un día se comunicó con la generosa mujer, pidiéndole verse para que le ayudara a entender algunos párrafos y textos de aquel libro, su regalo. Así fue.
Iniciaron unos encuentros de profundización del libro en cuestión. Darío fue sintiendo interiormente una transformación positiva. Dejó de beber, superó su depresión y se fue enamorando de su inesperada tutora. Volvió donde el editor y delante de él rompió todas las páginas escritas. - Ya no publicaremos este libro. Lástima por usted, mi querido editor.
- Por fin, salió de su apartamento con todos sus corotos en un camión. El libro no lo halló, pero salió tranquilo, pues sabía que lo llevaba en su corazón.
Alirio de los Ríos Flórez.
Espada y sable
Señor director:
La Patria mostró, el 2 de mayo, una foto del presidente Petro blandiendo un arma blanca, que no es precisamente la espada de Bolívar, sino el sable del Libertador.
La espada es recta, el sable es algo curvo y tiene un solo filo. La Biblia menciona “la espada de dos filos”, que es la Palabra de Dios.
Los antiguos soldados griegos de infantería eran los hoplitas, que manejaban el “hóplon”, la espada corta.
Veedor