Plegaria por la paz
¡Oh, Señor de las alturas celestiales donde todo es paz¡ Ilumina a Colombia para que acendrando nuestra conciencia, intelecto, voluntad y corazón seamos capaces de hacerle un gran nido de amor a la paz. Que entre todos seamos capaces de hacer un acto de arrepentimiento y tengamos la fortaleza de arrodillarnos frente a nuestras malas acciones para reconocer que hemos pecado contra la democracia, contribuyendo para que nuestro país haya sido un emporio de injusticias con las clases sociales que no han podido disfrutar de la grandeza de esta patria.
Señor de las alturas celestiales, ilumina a la clase dirigente para que ante el clamor de los débiles, sea capaz de enderezar sus torticeras actitudes y con el arma de la justicia en la mano, llene generosamente de pan el hambreado comedor de los más castigados por el infortunio. Pedimos perdón por aquellos que teniendo todo en sus manos, lo han negado todo. Por aquellos que han creído que las armas dan poder para llenar de muertos los cementerios, las fosas comunes, los socavones y las inhóspitas selvas que sólo debieran ser la casa de los animales silvestres y una fábrica de oxígeno para que los seres vivos podamos disfrutar de un ambientes más sano y ecológico.
Perdón por quienes han llenado sus arcas con el dinero sucio del narcotráfico, envenenando la riqueza humana, aprovechando sus debilidades; perdón para quienes aún con la tozudez de su irracionalidad, persisten en continuar alimentando la guerra fratricida pretendiendo asegurar que el estado de inconsciencia tenga vigencia, no como ganancia social, sino como un fuente lucrativa políticamente.
Señor de las alturas donde todo es paz, derrama bendiciones sobre tantos insensatos que no han sabido descubrir el valor de la vida, para que la luz del amor caiga sobre ellos como magia celestial para que con la llama de la sindéresis sientan que esta Colombia debe ser para todos y no para unos cuantos, que como epulones han devorado egoístamente y sin piedad, el pan al cual todos tenemos derecho por ser seres humanos y hacer parte de la gran familia colombiana. Amén.
Elceario de J. Arias Aristizábal
Hay que ser buenas personas
Todos los días nos debemos preocupar por cultivar la paz espiritual, para que cuando salgamos al aire tremolemos la bandera de la unidad, de la armonía entre los hombres del orbe. Sembrar hostilidades entre los seres humanos no es prudente ni racional actitud. Lo sucedido en el recinto del Senado contra su secretario, el 14 de mayo, en la negación de la consulta popular, es evidencia de escasez de paz espiritual de un servidor público que no sabe perder.
Complemento lo expuesto, recordando que el asunto de la autorregulación es vital para las relaciones interpersonales, porque no nos podemos dejar apresar por rabietas y neuras en ningún escenario de la vida. Hay que “gestionar las emociones de manera efectiva, evitando reacciones impulsivas y fomentando la calma y la reflexión”.
Rogelio Vallejo Obando