“Monseñor José Miguel, bájele al ego”
Señor director:

La reciente publicación de Álvaro Alzate deja mucho qué decir de un obispo al que se le quiere cercano, amable, cordial, que camine con los pobres. Que los sacerdotes le tengan miedo a su obispo deja entrever un dirigente encerrado en sí mismo, sin deseos de dialogar, con la verdad a cuestas y por ende, con la tentación del fanatismo. Para evitar estos problemas que tienden a dividir la Iglesia, basta con tener sencillez y humor, bajarle al ego y entrar en diálogo con el mundo.
No es cuestión de creerse portador de la verdad y refutar todo, sino de entrar en dinámicas de reconciliación y paz. Ojalá este llamado de atención sea un principio de cambio personal.
Juan Benito Alzate

Comunicado del Arzobispo de Manizales
Señor director:

A raíz de la publicación que hice en el importante diario La Patria recientemente sobre algunas inconformidades de sacerdotes con el arzobispo, José Miguel Gómez Rodríguez, el prelado se pronunció con el siguiente comunicado, en un acto de bondad, nobleza y humildad, lo cual lo exalta en su grandeza como Pastor:
“ ¡Muy buen día para todos!
Me complace saludarlos desde la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. Estamos reflexionando sobre la virtud de la esperanza en medio de las situaciones nacionales, diocesanas, pastorales y personales que nos conciernen. En ese contexto hemos reflexionado también sobre nuestra existencia y nuestro ministerio, tanto el de ustedes como el del obispo, valorando enormemente lo que ustedes son y su servicio precioso al pueblo de Dios.
Les escribo de manera especial para decirles que soy consciente de las olas que, desde ayer y en el día de hoy, tratan de agitar el mar por el que navega la barca de la Iglesia. Los invito a vivir este momento con los ojos fijos en Jesús, verdadero y único motivo definitivo de esperanza, quien calma todos los mares agitados. En momentos como este, tenemos que depositar toda nuestra confianza en Dios y evitar cualquier tentación de confrontaciones o de desánimos. Seguimos adelante, queriéndonos unos a otros, ayudándonos los unos a los otros y procurando, todos, dar los pasos de conversión necesarios para responder con fidelidad y entusiasmo a la vocación con la que el Señor nos ha sorprendido.
Cada uno de ustedes es para mí el mejor amigo, el compañero de camino y, como dice San Pablo, “mi joya y mi corona”. Aprovecho la ocasión para agradecerles su valiosa indulgencia para con mis fragilidades y limitaciones tan evidentes, así como para pedirles perdón por mis errores y desaciertos en nuestra relación. Los invito, con toda confianza, a que ustedes mismos abran los espacios que consideren necesarios o importantes. Siempre estoy a su servicio y los espero con afecto fraternal y paternal. Todos saben que, entre la solicitud de un encuentro y la realización del mismo nunca transcurren más de ocho días.
La Inmaculada Madre, que guardó todas las cosas de Jesús en su corazón, nos enseñe a mantener su presencia y a vivir con infinita discreción momentos en los cuales se requiere que la Iglesia, a la que amamos hasta querer dar nuestra vida por ella, no sea lastimada.
Demos testimonio de alegría en el ministerio que ejercemos cada día, esforcémonos por estar muy cercanos a nuestra gente, serviciales, piadosos, caritativos, etc., que el resto lo hará, sin lugar a dudas, aquella quien amamos: el Pastor de los pastores.
Con mi bendición y afecto, en Cristo, José Miguel”.
Alvaro Alzate Ussma
 

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