Los niños y las pantallas
Señor director:
Hoy, el imperio de los mastodontes tecnológicos -alimentados por internet- han adquirido un protagonismo incontrolado. Estos titanes digitales han penetrado hasta lo más profundo de nuestro ser, atrapandonos, manipulándonos y esclavizandonos. Sin darnos cuenta, nos hemos convertido en adictos virtuales, bombardeados por información irrelevante que anula nuestra capacidad crítica. Sus creadores conocen y entienden bien nuestras debilidades y han perfeccionado la trampa.
En esta proliferación de dispositivos electrónicos, el smartphone es la joya de la corona. Ultraliviano y omnipotente, esta supercomputadora reúne teléfono, cámara, televisión, juegos, filmadora, internet, GPS, linterna, reloj, calculadora y mucho más. Este irresistible manjar digital emerge de nuestros bolsillos, se adhiere a nuestras manos, invade cada espacio y secuestra nuestra atención incluso en los momentos más sublimes y sagrados.
Pero el terreno más fértil y atractivo para esta colonización es la infancia. Bebés, niños y adolescentes, expuestos sin control a celulares y pantallas, quedan atrapados e hipnotizados en un mundo imaginario. Esta práctica irracional, validada e implementada por no pocos padres de familia para liberarse del cuidado de sus hijos, bajo la creencia de que es inofensiva, puede conducirlos a un punto de no retorno. La nomofobia -el miedo irracional a estar sin teléfono móvil o incomunicado por falta de internet- es ya una adicción silenciosa que avanza sin freno.
Dicha enfermedad, que ha aumentado en los últimos años, se activa desde el nacimiento y está alcanzando proporciones alarmantes. Esta conducta afecta el crecimiento y el sueño, retrasa el lenguaje, debilita la interacción social y el autocontrol, y conduce a consecuencias devastadoras como el suicidio.
Es el momento de lanzar la contraofensiva. Debemos asistir a nuestros menores para cambiar su rutina. En la era digital, evitar las pantallas no es tarea fácil, pero existen alternativas sanas: los juegos tradicionales, la lectura de cuentos, la invención de historias, los rompecabezas, la plastilina, las tareas fáciles del hogar y el deporte. Tales actividades estimulan la creatividad y el pensamiento lógico, fomentan el desarrollo del lenguaje y la imaginación y fortalecen la autoestima y la inteligencia emocional.
Las decisiones que tomemos hoy como padres y sociedad influirán en el bienestar y el futuro de nuestros hijos. No se trata de satanizar la tecnología, sino de usarla con conciencia, y aprovechar sus beneficios sin quedar atrapados en ella.
Orlando Salgado Ramírez
Volvemos a las andadas
Señor director:
Las busetas de la ciudad fueron manejadas muy bien durante el primer semestre, pero ya desde hace unas semanas no sólo se detienen en los paraderos, para que los pasajeros se suban o se bajen, sino que además paran antes o después del paradero, es decir, paran dos veces (en el paradero la una, y antes o después la otra), causando desorden en la movilidad, atascos o “tacos” y ralentizando el tránsito de vehículos.
Y como si esto fuera poco, los buseteros aprovechan todo tramo despejado para apostar carreras, unas contra las otras busetas y otras contra reloj. ¡Qué peligro para todos los actores viales! Y para los bienes públicos y privados.
Ciudadano