S.O.S. por capilla... y más
Señor director:

El periódico de casa ganó puntos con la defensa que hizo de la capilla de Belén, en Anserma, de estilo arquitectónico de la colonización antioqueña, que ya no puede lucir su belleza pues le adosaron un "lempo" de edificio, pared con pared. Eso me movió a resucitar lo que escribí en el libro Canas y Arrugas: UNA "PARADA" OCURRENTE
Hace algunos meses, cuando se pensó en el plan de demoler el edificio contiguo a la iglesia de Los Agustinos con el fin de poder verla mejor, un hijo del doctor Alberto Peláez explicó en carta publicada por La Patria algunos aspectos de la construcción de aquel edificio. El doctor Peláez fue el arquitecto de esa obra. Al leer la mencionada carta recordé la anécdota que me contó fray Norberto Escobar, O.A.R., hace muchos años.
Resulta que la ceremonia de inauguración del edificio tuvo lugar en la azotea, con la presencia de los frailes, los obreros, autoridades e invitados especiales. El discurso de rigor estuvo a cargo del arquitecto y fue el siguiente, palabras más, palabras menos:
Un día sugerí a los agustinos que hiciéramos en este lote, aprovechando el desnivel, dos pisos para locales comerciales y un parqueadero subterráneo; los padres estuvieron de acuerdo, hice el parqueadero y los locales, y aquí no me paro yo. Les insinué que hacia arriba hiciéramos el despacho parroquial y un salón de reuniones; estuvieron de acuerdo, los hice, y aquí no me paro yo. Luego les dije que construyéramos encima la residencia de ellos; estuvieron de acuerdo, la construí, y aquí no me paro yo: Después les propuse que más encima edificáramos dos pisos de apartamentos para alquilar; estuvieron de acuerdo, los edifiqué, y aquí no me paro yo. Finalmente los animé a que hiciéramos una terraza que les sirviera para divisar el panorama y para pasearse mientras rezan el Oficio; estuvieron de acuerdo, la hice, ¡Y AQUÍ SÍ ME PARO YO!
Al llegar a este punto el orador PARÓ su discurso. Estaba PARADO sobre la azotea.
Post scriptum- El despeje de esta iglesia y de muchas otras no deja de ser algo deseable; soñar no cuesta nada...
Jaime Pinzón M., presbítero
 

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