La movilidad en Manizales
Señor Director:
Totalmente acertado su editorial del miércoles 30 de julio último bajo el título de: “El reto es bajar la accidentalidad”. En efecto nada ganamos si todos los actores de las vías públicas no aportamos nuestro grano de arena para evitar la accidentalidad en las calles y las carreteras del país.
Necesitamos mayores controles de parte de las autoridades, no solamente en lo relacionado con la movilidad, sino en la culturización de los funcionarios y empleados del ramo en el enfoque educativo y concientización acerca de las normas de tránsito y la seguridad vial. En el momento de expedir una licencia de conducción debe exigirse al máximo la muestra de conocimiento de las reglas respectivas. Y las academias deben profundizar en la enseñanza de las reglas legales a sus alumnos con el fin de que al salir conduciendo observen el mayor cuidado de su propia vida y salud y las de las demás personas.
Los agentes de tránsito no solamente se deberían preocupar por la exigencia de documentos a los conductores, el porte de los elementos requeridos por la ley y la regulación de la circulación, sino que le prestarían un inmenso servicio a la sociedad si vigilaran celosamente el comportamiento de todas las personas respecto de la seguridad vial. Ciclistas y motociclistas que conducen sus vehículos en forma atrevida haciendo acrobacias y “piques” que desafían la gravedad y la estabilidad. Conductores de carros y motos, sobre todo estos últimos, que transitan a altas velocidades con desconocimiento de las normas que regulan la materia. Autores que por desconocimiento o por conducta abusiva, no respetan los principios de prelación en las vías. Que no saben o no quieren saber que el orden de prioridad en las vías es: primero el peatón, segundo el ciclista, tercero el vehículo de servicio público y, por último, el vehículo particular (automóviles, camionetas, motocicletas y patinetas). Hay que hacer, sí, un reconocimiento a la ciudadanía de Manizales que es por lo general muy culta y respetuosa, observándose que muchos conductores ceden el paso a los peatones en las cebras y demás sitios en que lo ordena la ley. Y no es para exigir sanciones, pero sí preocupa ver cómo agentes de tránsito y de policía se entretienen frecuentemente con sus celulares y ni siquiera levantan la vista para ver lo que pasa a su alrededor, en lugar de cumplir con las funciones, deberes y obligaciones que dispone la Constitución y la Ley que consisten en mantener el orden público y proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos.
En LA PATRIA del jueves 31 de julio pasado, en la página 4, se hizo un sesudo análisis sobre este mismo tema donde intervinieron los señores José Fernando Botero Calderón, Juan Esteban Aristizábal Salazar y Juan Nicolás Ramírez. Se trata de una página periodística que todos los manizaleños deberíamos leer cuidadosamente. Es que la avenida Kevin Ángel, una vía construida para mejorar la movilidad de la ciudad, especialmente de los barrios del norte, se convirtió en una arteria regional, que hoy debe soportar un altísimo flujo vehicular y por lo tanto la movilidad de los peatones es de una complejidad absoluta, hasta el punto de que, como lo presenta LA PATRIA en su primera página, podría decirse que el exceso de velocidad es más de los peatones para no dejarse atropella por los carros, las motos, las bicicletas y las patinetas eléctricas. Yo les pediría a los señores Alcalde y Secretario de Movilidad que al momento de estudiar el problema se tuviera muy en cuenta el sector de Mabe y Ara desde los túneles del Batallón hacia el centro para que se instalen reductores de velocidad y/o cebras que permitan alguna seguridad a los peatones que deben cruzar de La Alta Suiza hacia la avenida Santander.
Manuel Galindo A.
No a la peatonalización
Señor Director:
Muy sencillo: peatonalizar una vía no es simplemente cerrarla al paso vehicular. Es crear entornos gratos a la comunidad y ofrecerle buena vida a una localidad. En Manizales sería imposible esto por varias razones. La primera, la ciudad sólo tiene por su arisca topografía dos vías centrales (carreras 22 y 23) y un considerable número de automotores. Quiere decir que si cerramos la carrera 23 el caso llegaría a ser inmanejable. Segundo, la informalidad comercial, que aquí no tiene control, se tomaría andenes y calzadas y no quedaría espacio para el simple peatón. Tercera, vendrían invasores de otros lugares a montar sancocherías y ventorrillos como cualquier feria o fiesta pueblerina. Mejor dicho, oficializaríamos en Manizales casi que un Bronx bogotano y pienso que a nadie eso le va a gustar. Nada de peatonalizar la 23, pues conduciría a la miseria de una parte de nuestra bella capital y de su patrimonio histórico.
Bernardo Molina Marulanda