Agua Bonita, balcón de recuerdos
Señor director:

Siendo niño, viví en un hermoso pueblecito construido sobre el lomo de un pequeño Everest. Su estratégica localización, le permite desde su balcón deleitarse y embriagarse de la vista al frente de las faldas verdes del paisaje rural de Fresno y Padua, arrullados por el emboscado y furtivo Guarinó, teniendo al frente otra vecina muy parecida que se llama La Aguadita. Su dinámica dependía en gran parte del área rural, con su riqueza agropecuaria y minera. Los domingos, la afluencia de campesinos, era muy notoria por su número y gran incidencia en la vida social y económica. Sus productos, eran vendidos en la rústica plazuela sin ninguna restricción. Era un poblado con una sola calle, con casas de madera habitadas por sus propietarios.
Tenía dos escuelas, una para niñas y otra para niños. Contaba con parroquia. Los sábados y domingos, el sacerdote ofrecía cine gratis en el patio de la casa cural. Una corneta en la parte alta de la casa cural, amplificaba la música que el sacerdote ponía en las mañanas y en las tardes acompañada de los avisos parroquiales y las diatribas contra los evangélicos a quienes llamaban protestantes. El comercio no era muy competitivo, había una tienda de abarrotes grande para su época y otras pequeñas. Sólo había un almacén de variedades. Las carnicerías funcionaban en toldos los sábados y domingos.
Las fiestas, se celebraban con “corridas de toros” en el patio de la escuela de varones, varas de premio y la vaca loca, que consistía en un armazón de madera con un vacío en la mitad por donde metían la cabeza el que la conducía y una bolas de trapo empapadas de combustible, las prendían y salían a perseguir a las personas. Las cantinas no eran muy abundantes, pero se consumía mucho licor, las peleas por política eran muy frecuentes, pero sin muertos y raras veces heridos. Existía un corregidor y dos policías.
Los equipos de sonido eran las ortofónicas, vitrolas y los tocadiscos que funcionaban con agujas RCA Víctor. No había iluminación eléctrica y, en noviembre, mes de las ánimas, no faltaba el personaje pintoresco que arrastraba cadenas para asustar escondido en las sombras de la noche.
Agua Bonita, un pequeño cielo turístico en medio de invidentes.
Elceario de J. Arias Aristizábal

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