Preferencias políticas y personalidad
Es lamentable que la psicología y la psiquiatría no nos hayan contado todo o siquiera una parte de lo que conocen sobre la evidente conexión que hay entre las preferencias políticas de los individuos y su personalidad.
A pesar de lo que algunos creen y quisieran hacernos creer, las preferencias políticas no se explican únicamente por el mejor o el mayor conocimiento. Si tuviesen razón, no se entendería por qué hay individuos intelectualmente competentes y muy bien informados que se inclinan por posiciones políticas situadas en extremos opuestos. En ambos casos, cada bando tilda al opuesto de ignorante o estúpido, y al suyo de iluminado. Lo hemos podido comprobar hasta en las aulas de las universidades más respetables. Ni se diga lo que ocurre en colegios y escuelas, donde la asimetría docente/estudiante es a veces abismal.
Si algo cabe esperar de alguien inteligente e ilustrado (dos cosas diferentes, aunque complementarias) es que esté más cerca de la verdad que los demás, y que esta ventaja relativa le permita identificar y señalar los pensamientos y hechos verdaderos en donde quiera que estén, más allá de sus simpatías políticas personales. Pero en la cruda realidad no ocurre así. Hay “círculos intelectuales” que operan en los “templos del saber”, y que en ausencia de la crítica construyen “verdades” que logran imponer mediante sofismas complementados por la fuerza.
Alegarán algunos que el problema no es exclusivamente intelectual, sino también de rectitud moral o ética; opinión razonable por donde quiera que se le mire. Si una persona intelectualmente muy calificada estuviese ética o moralmente comprometida, se regiría en todas sus actuaciones por el sentido de la justicia, y al juzgar políticamente se esmeraría por identificar con rigor los aciertos y los desaciertos de su bando, con el mismo esmero que señala los de sus adversarios. Pero la vida diaria nos demuestra lo contrario.
Nos toca, por tanto, buscar las raíces de las preferencias políticas en otro campo que no es la honradez intelectual (combinación ideal de intelectualidad y moralidad). Un hombre tan confiable como Pepe Mujica dijo en una entrevista con Jordi Évole que el origen de esas preferencias está en las tripas (yo ampliaría diciendo que en las vísceras en general), pero lo más meritorio fue que no lo dijo para referirse únicamente a sus adversarios, sino a todos. Allí en las vísceras anidan los odios y amores, los arrepentimientos y los rencores políticos.
Jorge O. López V.

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