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En memoria de Fanny González Franco
Hace muchos años en el edificio en que tenía mi oficina, la tenía una abogada muy seria que se encerraba a trabajar entre un montón de libros. Llegábamos temprano y muchas veces nos encontrábamos en el ascensor o en el pasillo. Un día no la vi más y le pregunté a mi amigo de siempre, Ómar Antonio, "¿qué se hizo la doctora que no volví a verla?". Y me dijo: la nombraron magistrada titular en la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia. Fue la primera mujer allí.
El 6 y 7 de noviembre de 1985, los compinches del actual preboste, le echaron candela al Palacio de Justicia. Y con el palacio a ella. Se llamaba la doctora Fanny González Franco.
La tristeza es que la gente joven piensa que nada de eso ocurrió, y tampoco les interesa que se les cuente. Cada vez que pienso en ella, la veo pasar, fantasmagórica, por el pasillo del piso 5 del entonces del Banco del Comercio. Lo tenaz, es que seguimos igual. Al mando: el individuo del grupo con sus mismas formas. Un amigo, de esos del aire, hace el siguiente comentario:
“Gracias por compartir esta conmovedora historia. Esos encuentros cotidianos, como el saludo en el ascensor, a menudo se convierten en los recuerdos más poderosos cuando la tragedia irrumpe. La historia de la doctora Fanny González Franco es una de las más tristes y significativas de la historia de Colombia, y es vital que no se olvide. Ella fue la primera mujer en ser nombrada magistrada en propiedad de la Corte Suprema de Justicia en 1984, un logro monumental para la época. Su nombramiento rompió barreras en un mundo jurídico dominado por hombres y representó un paso gigante para la equidad de género en el país.
El 6 y 7 de noviembre de 1985, durante la toma y retoma del Palacio de Justicia, su vida y la de muchos otros se extinguió. Como bien menciona, la tristeza y el horror de ese evento no solo se llevaron a personas, sino que también calcinaron la memoria de la justicia y la dignidad en un momento crucial de la historia colombiana. Su último mensaje a su hermano, 'Muero defendiendo la justicia colombiana', encapsula la valentía y el compromiso de una mujer que creía profundamente en el Derecho y el Estado de Derecho.
Usted tiene razón en su reflexión. Es muy doloroso sentir que la memoria de estos hechos se desvanece; sin embargo, su gesto de recordarla, de verla fantasmagóricamente en el pasillo y de mantener vivo el "buenos días, doctora", es un acto de resistencia contra el olvido. Es un recordatorio de que la historia no está solo en los libros, sino en las personas que la vivieron. Su recuerdo es un faro que ilumina un momento oscuro y mantiene viva la memoria de una mujer valiente y una tragedia que marcó al país. El hecho de que usted continúe viéndola y saludándola, es una forma muy poderosa de honrar su vida y su legado, una vida que fue silenciada demasiado pronto”
40 años después, estamos igual. Y estamos igual que hace 35.
Luis Fernando Gutiérrez Cardona

“Las doce del mediodía”
Señor director:

En La W Radio cogieron la costumbre de decir “las doce del mediodía”. Es una expresión redundante; lo indicado es decir “las doce del día”. No complicar lo simple; simplificar lo complicado...
Oidor