Ya es tiempo
Señor director:

Que entendamos que lo que llamamos democracia está sustentado en muchos componentes que se pueden interpretar y definir desde diferentes posturas, de acuerdo a los intereses de cada quien. Para el académico, que especula con teorías, su visión de democracia se basa en conceptos doctrinarios; para el politólogo, su exégesis se articula con la economía y fenómenos sociales e históricos. En cambio, para la mayoría de los políticos, la democracia no es más que oportunismo pragmático para sacar puntos a su favor. Estos negociantes de la política siempre adornan su retórica y demagogia con palabrejas que no es más que un engaña bobos; es decir, no hay ninguna profundidad semántica, ni conceptual, ni argumentativa que sustente ideológicamente el relevante significado de algo tan valioso como un sistema democrático.
Que quienes ejercen la sagrada misión de conformar lo que en términos populares llamamos gobierno, entiendan que sus funciones no son para establecer normas que vayan en contravía de los intereses de las mayorías, en las cuales subyacen las necesidades más elementales que padecen los seres humanos y que por tal condición deben ser resueltas para lograr un mínimo bienestar que garantice su dignidad como seres racionales.
Que quienes tienen la gran responsabilidad de constituir en abstracto y en concreto lo que se llama gobierno tengan la capacidad de entender que sus decisiones mal tomadas y mal orientadas van a perjudicar a un sinnúmero de seres humanos que esperan ser tenidos en cuenta, no para recortarles sus derechos arbitrariamente sino para lograr equidad y justicia.
Que quienes ejercen la sagrada misión de gobernar, gobiernen con sabiduría, justicia y equidad, evitando que se represen sentimientos de odio y lleguen las explosiones de violencia convertidas en incendios sociales colectivos por la falta de sensatez y escuchar a tiempo los reclamos de los gobernados que perciben por sus necesidades insatisfechas que hay excesos, abusos y que el dinero que debe ser para todos, se está quedando en el bolsillo de los corruptos.
Que los privilegiados que conducen el gobierno tengan la suficiente sagacidad y perspicacia para entender cuándo y por qué hay malestar en los gobernados y entiendan que una chispa puede causar un gran incendio, el cual se podría evitar teniendo en cuenta que la conciencia y racionalidad política surgen cuando hay aprendizaje y madurez en una sociedad.
Que quienes fungen como gobernantes dejen de ser autistas e indiferentes y utilicen el mágico recurso del diálogo para solucionar los problemas como algo muy elemental y que está inventado desde hace mucho tiempo y no con la fuerza.
Que quienes tengan liderazgo dejen las prácticas violentas y no caigan en la antropofagia de poner al pueblo a pelearse entre sí, con un enorme desgaste y razones para atropellar y abusar con el pretexto de restablecer “el orden público”. Que el gobierno entienda que cuando el pueblo reclama, hay que escucharlo, verdad de Perogrullo.
Elceario de Jesús Arias Aristizábal
 

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