Una semana de marchas y cacerolazos. Un adolescente asesinado a manos del Esmad y otras tres personas muertas en medio de las protestas. Una cifra indeterminada de ciudadanos heridos a manos de las autoridades y decenas de videos de estos abusos divulgados en las redes sociales. Un policía gravemente herido por una papa bomba lanzada por un encapuchado y otros 370 miembros de la fuerza pública heridos. 119 actos vandálicos en todo el país, reporta la Fiscalía, y 184 capturados. Cerca de $30 mil millones en daños. Las calles de las principales ciudades del país bloqueadas a diario. La gente mamada de la desigualdad, la corrupción, el no futuro y la falta de oportunidades. Uribistas y petristas echándole más gasolina a la candela… Y el presidente Iván Duque propone tres días sin IVA.
Esa es la realidad nuestra contrastada con el país en el que vive Duque. Que no es Colombia sino “Polombia”, como lo hizo saber esta semana en un evento en Corferias. Polombia, como lo ha descrito el mandatario antes, es una nación donde los siete pilares de su economía naranja los sostienen igual número de enanitos, como los de Blancanieves. Donde hay “unicornios” tecnológicos. Donde bombardear menores de edad es algo “impecable”.
En Polombia, por ejemplo, es normal no reunirse con quienes protestan sino con líderes gremiales. O que un juez determine la peligrosidad de una persona, no por sus actos sino por su estatura. Por eso, allí son bienaventurados personajes como el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie; como el embajador en Washington DC, Pachito Santos; o la influencer y ahora vándala, Daneidy ‘Epa Colombia’ Barrera. Unos liliputienses en cuerpo y mente.
Polombia es fervorosamente creyente de mitos y dioses. Cree en rayos homosexualizadores, en cartillas tenebrosas y en rituales satánicos divulgados por redes sociales. Que un centauro trigónado y todopoderoso tiene las respuestas a todos nuestro problemas. Y también que un mamerto en Ferragamo es tan poderoso que, desde Twitter, es capaz de controlar a su antojo el precio del dólar. Asimismo causar todos los males que los aquejan, desastres naturales incluidos.
Al ser un gobierno tecnócrata, en Polombia rigen normas como la Regla de los signos. Esa que cuando multiplicamos signos iguales (más por más; menos por menos) nos da como resultado un número positivo (+). Ejemplo es que se nombra como canciller a Claudia Blum, que junto a su esposo José Barbieri, aportó $160 millones a la campaña presidencial de Duque. Además, Barbieri es el presidente de Tecnoquímicas, empresa involucrada en el Cartel del pañal y denunciada por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) en 2016. O sea, si en Polombia uno de los principales males es la corrupción (que nos cuesta $50 billones anuales, según Portafolio), hay que meter más corruptos a esa cleptocracia.
Al final todo eso suma. Para unos pocos, pero suma.
Polombia es ambivalente. Como evidencias están lo que escribían sus líderes hace dos años sobre las represiones a los estudiantes en Venezuela, sobre los abusos de las autoridades, sobre las marchas, para que ahora prediquen lo contrario. Llegaron al poder prometiendo no ser como el país vecino, para convertirse en el país vecino. No solo en sus formas sino en sus modos. Ya Duque tiene programa en televisión para hablar con la gente (Conéctate con Duque), igual al que tiene su espejo, Nicolás Maduro (Contacto con Maduro).
Pero Polombia no existe. Es una maquinación salida de la cabeza teñida y frívola de Iván Duque. La real, la afectada y cansada de los atropellos es Colombia. La que hoy tiene a una generación de jóvenes protestando. Sí, las marchas incomodan, pero es preferible aguantarse ese par de horas de inmovilidad a permanecer estáticos ante las décadas de arbitrariedades de la clase dirigente.
Y quienes alegan que las protestas deben parar porque no contribuyen al país, que destruyen la institucionalidad y están llenas de ignorantes que no saben por qué marchan, pues que se vayan de visita a otros lugares. Uno bien de derecha, económicamente boyante y ejemplo en Latinoamérica. ¿Qué tal Chile?
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015