Al nororiente de Sincelejo (Sucre) está el barrio Venecia, sector de casas avaluadas por encima de los $600 millones y descrito por el portal Las 2 Orillas como “colosal, marmóreo, excesivo”. Actualmente es donde políticos, contratistas, empresarios corruptos y paramilitares están en prisión domiciliaria. El más reciente inquilino de esta cárcel estrato 6 es Manuel Nule, condenado a 19 años por el carrusel de la contratación en Bogotá. Un desfalco estimado en $2,2 billones en el que participaron sus parientes Miguel y Guido, que también pagan condenas en sus respectivas mansiones sincelejanas.
Este sistema judicial nuestro, cagado y corrupto, debería replantearse para estos casos. Mientras los delincuentes de cuello blanco no sean castigados como corresponde, tengan a sus amigos y familiares en el Congreso velando por sus intereses y se les permita pagar sus penas en fincas con sirvientes, no escarmentarán.
No propongo ajusticiamientos como en la China de Xi Jinping, o como lo terminó haciendo el primer ministro filipino Lee Kuan Yew. Pero sí hacerle ajustes a esto de la casa por cárcel. Los corruptos no deberían encerrarse en sus casonas caribeñas, con piscinas, jardines, aire acondicionado, internet y televisión por cable. Mucho de ello comprado y sostenido con dineros mal habidos.
La prisión domiciliaria deberían pagarla en las casas de los colombianos, arrancando por las de sus víctimas. Un castigo rotativo, de estadías de no más de cinco días antes de pasar a la siguiente vivienda. Que tengan que cargar un maletín y ser esa visita incómoda que no puede ni entrar al baño tranquila.
Yo los acogería. Que duerman en el sofá, que se tengan que levantar temprano y no tener derecho sobre el televisor. Que tengan que pedir la clave del wifi donde lleguen y soportar las miradas de reproche por lo que hicieron. Los comentarios, las críticas y los señalamientos de extraños: “mira, ese fue el que nos dejó sin carretera; este fue el que construyó con materiales rebajados y el edificio se derrumbó y aplastó a varias personas; usted fue el que estuvo detrás de la masacre en la que mataron a mis tíos”.
Que deban ajustarse a la dieta de quienes los acogen. “¿Arroz con huevo otra vez?”, “Sí, es que nos toca porque subieron los impuestos por culpa de personajes como usted, señor Nule, que evadieron impuestos y se quedaron con $25 mil millones en recaudos fiscales”.
Me gustaría que los condenados por contratación irregular con la empresa Electricaribe vivieran la experiencia de pasar unos días con una familia a la que se les quemaron la nevera y el televisor por esos cortes de luz y picos energéticos que se producen en la Costa Atlántica.
Que los que se robaron la plata para la construcción del acueducto de algún pueblo, tengan que vivir con esa comunidad y dimensionen lo que es vivir sin agua. Que los miserables que se hacen millonarios con los fraudulentos contratos de los almuerzos escolares deban vivir con esas familias y entiendan lo que es vivir con hambre.
No sé qué tan terapéutico sea para esos delincuentes o si escarmienten, pero no puedo pensar en un castigo peor que ser la visita indeseada. De vivir como un nómada sin saber a qué atenerse. Mejor así que en sus jaulas de oro.
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