Donald Trump cerró su nefasto cuatrienio con una runfla de indultos, varios dirigidos a sumir en el secreto sus trapisondas, rayanas en la traición a la patria. Perdones esperados, mas no deseados.
En cambio, de Muhammadu Buhari, presidente de Nigeria, se anhela uno solo: el de Omar Farouq de 13 años de edad, condenado por un tribunal islámico a diez años de prisión, por hacer comentarios “despectivos” sobre Alá durante una disputa con un amiguito. Lleva cinco meses encerrado con delincuentes mayores que él.
Piotr Cywiński, director del Museo de Auschwitz-Birkenau, Polonia, levantado sobre un antiguo campo de trabajos forzados nazi, pidió perdón para el chico. Y en caso de no poder –o querer- hacerlo, propuso que 120 adultos vayan a una cárcel nigeriana, un mes cada uno, hasta completar la pena. El historiador se ofreció y entre los 300 voluntarios dispuestos a secundarlo, hay un juez polaco.
“Como director del memorial de un campo de exterminio donde también fueron encarcelados y asesinados niños, no puedo permanecer indiferente ante esta vergonzosa sentencia”, dijo Cywinski. Y agregó: “Cuando tienes 13 años dices cosas que no son correctas”.
Buhari guarda silencio, sin importarle que la sentencia viole la constitución nigeriana, que juró defender. También contraviene la Convención de las ONU y la Carta Africana sobre los derechos y del Niño, que ese país respaldó y él como presidente se comprometió a honrar. No le ha valido ni siquiera la intervención de la Unicef. Es un político y, como tal, de él solo puede esperarse lo peor.
El caso se halla en un tribunal secular (no religioso) de apelaciones y hay esperanza de que anule la condena. Falta saber cuándo y, mientras tanto, poco se sabe de la suerte de Omar.
Cywiński agrega que “en Europa y en Occidente no hemos reaccionado a lo que sucede en otras partes del mundo”, por “escasez de solidaridad, de responsabilidad, de empatía”. Es cierto: si el niñito hubiera sido europeo, ya estaría libre. Si estadounidense, un portaaviones gringo hubiera persuadido a Buhari de comportarse decentemente. Pero es nigeriano. Recuérdese que al ébola solo le prestaron atención cuando contagió al primer blanco y al covid, cuando llegó a Europa.
Trump y Buhari son el ejemplo de cómo un gesto humanitario como el indulto, en manos de un político es un insulto. Uno, por regalarlo a porrillo; otro, por negar uno solo.
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Coletilla 1: El pasado 16 fueron conmemorados dizque 60 años de fundación del Once Caldas, con un videíto. Antes es mucha gracia.
En realidad, fue fundado en 1959; en 1960 no fue admitido en el campeonato, pero estuvo activo jugando partidos amistosos y haciendo giras por el Ecuador. Apenas en marzo 12 de 1961 comenzó a competir. ¿Qué celebrarían, entonces?
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Coletilla 2: Mientras el salario mínimo fue aumentado en 3,5%, equivalente a $30.723 por mes, los congresistas se subieron el sueldo en 5,1%, o sea, $1,67 millones, hasta sumar $34,4 millones mensuales. De los cuales, 14 son gastos de representación y viáticos para quedarse en casa. Desde la cual hacen lo mismo que en el Capitolio: nada; mentir, engañar o robar; o defender sus inmerecidos derechos.
Las propuestas para suprimir la millonaria gabela, por lo menos mientras dure la pandemia, a la cual esos desvergonzados parecen inmunes, se han estrellado contra un muro de normas y la falta de voluntad del Gobierno, que en hacer nada es bien eficiente. Y la ley respalda la ineptitud, porque para eliminar ese gasto el Congreso tendría que reformar la Constitución.
Sería más factible reformar a un pederasta, nombrándolo director de un jardín infantil…
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