Conocí al profesor Antanas Mockus cuando recorría los pasillos de la Javeriana como estudiante de Literatura, estuve en una conferencia que él dictó, donde hablaba de conciencia ciudadana y, como había visto la trasformación que tuvo Bogotá con su primera alcaldía, quise escucharlo de primera mano. A la salida de la conferencia, con esa espontaneidad que lo caracteriza, me abordó y me disparó una pregunta a quema ropa. Yo un poco asustada, lo confieso, le contesté como pude. Me preguntó sobre el posible nombre de un nuevo partido que ya estaba pensando en fundar; le sugerí Partido Blanco, pues el blanco encierra todos los colores del espectro, simboliza la unidad y la paz que tanto añoramos en este país y es una alternativa a la polarización que hemos sufrido los colombianos, primero entre liberales y conservadores (la tradicional confrontación entre azules y rojos, que desencadenó la violencia política) y ahora, de una manera muy marcada, entre derecha e izquierda. En fin, le di mis argumentos, que él recibió con una sonrisa inquisitiva. Por lo visto no lo convencí, puesto que finalmente se alineó con el partido Verde, del cual es uno de sus líderes y, en mi concepto, su principal representante. Las dos ocasiones en las que ha sido candidato para presidente he votado por él. Lo aprecio, respeto y trato de entender su genialidad irreverente, que a veces lo lleva a hacer actos que hieren mi sensibilidad, pero no de una manera irremediable.
Admiré su valentía cuando se le adelantó a los chismosos de este país y él mismo habló sobre su enfermedad, que ha sobrellevado con dignidad y con humor. En fin, lo admiro y me inquieta observar cómo están ganando terreno aquellos que quieren acabar con nuestra democracia, tratando de aplastar las figuras que opinan diferente, personas que, como el profesor Mockus, han tratado de aportar una visión de mundo basada en la ética, el civismo y el pensamiento humanista a nuestra sociedad y a la política de este país, que es un caldo de cultivo para las peores aberraciones que uno se pueda imaginar, comenzando por ésta de tratar de sacar del senado al candidato con la segunda votación, es decir, una persona que representa buena parte de los que votaron en este país. No podemos permitir que esos oscuros personajes que ahora quieren hacer callar a Antanas Mockus se salgan con la suya.
Me da un poco de esperanza saber que en todo este proceso legal lo va a acompañar el doctor Humberto de la Calle Lombana, persona con quien sé que comparte la ética y el interés por lograr la paz en nuestro país. Humberto antes que político es un excelente abogado y como fue Registrador Nacional estoy segura que tiene los argumentos para defender la curul del profesor.
Me preocupa profundamente lo que está sucediendo en Colombia; la muerte de líderes sociales y la pérdida de las curules de figuras de oposición como Antanas Mockus y Ángela María Robledo hacen que la polarización se agudice y que la política hecha en las urnas quede en entre dicho, esto le da argumentos a los que no quieren la paz en nuestro país, pues una paz sin democracia es imposible de lograr.
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