Escribo sin saber cuál fue el desarrollo y el resultado final del Cabierto Abierto Comunal de San José, que se llevó a cabo ayer. Escribo convencido de que desde el principio hasta el fin se trató de un hito con pocos precedentes en la historia de la democracia de Manizales.
Al menos desde la Ley 1757 de 2015 (Ley de Participación Ciudadana), nunca un grupo de personas se había reunido con tanto detalle, con tanto saber de su territorio y con tanto deseo de invitar a hacer propuestas. Su apuesta fue hacer un cabildo abierto en su comuna, ante su Junta de Administración Local, y así citar a la Alcaldía de Manizales para preguntar sobre los daños que han dejado 10 años de un macroproyecto de renovación mal planeado y mal ejecutado. Su apuesta fue un mecanismo de participación que permitiera revisar propuestas para reparar los daños, para reanimar la cultura y el territorio de la comuna, y, al final, para pontenciar el desarrollo de la ciudad.
Porque si algo tuvo este cabildo comunal fue la oportunidad hacer memoria para idear el futuro.
Desde esta esperanza la Corporación Cívica de Caldas (CCC) participó en el cabildo abierto.
En primer lugar, allí quisimos demostrar que algunas de las soluciones que tenemos hoy nacieron desde el momento que surgieron las primeras quejas. En 2009, junto a otras organizaciones, la CCC conformó el Comité de Vigilancia Ciudadana al macroproyecto. Desde este espacio, de 2010 a 2014, se advirtió sobre: (1) falta de planeación y de tiempos en la compra de predios, (2) daños al ambiente y mal uso de planes de manejo en las demoliciones, (3) impactos en inseguridad en ruinas y lotes, (4) dudas sobre reubicación de las familias, (4) predios y viviendas en vulnerabilidad e intemperie, (5) demoras en obras y en entrega de nuevas viviendas.
Todas son quejas que se han dicho una y otra vez, pero todas son quejas que, desde el inicio, han venido con sus propias propuestas. Desde 2010, la CCC ha dicho dos cosas: reformular el macroproyecto y, así, concertar desde lo público, lo privado y lo comunal el manejo de lo que se ha llamado “zona mixta”. Esta última está quieta, casi en abandono y es del exclusivo deber de un municipio que no tiene el apoyo del Gobierno Nacional para esa zona y que no encuentra cómo salir de los laberintos que creó.
En consecuencia, lo segundo que presentó la CCC fue la necesidad de hacer alianzas entre distintos actores de la ciudad para resolver, en especial, esa zona mixta. Darle una mano al municipio, que parece haberse quedado paralizado, sin recursos, con ideas ya viejas o sin ideas, y aún con el deber de reparar la comuna y la ciudad por los daños que generó. Ni la administración tiene cómo garantizar sola el avance de este espacio, ni los privados encuentran una forma ideal de participar, ni la comunidad deja de vivir la agonía de su cultura y su territorio. El municipio, los privados y los habitantes de San José deben encontrar juntos cómo dar un nuevo objetivo al proyecto, hacer atractiva la inversión y el desarrollo, proteger la cultura de la zona, generar espacio público nuevo y de calidad, generar servicios para la gente de San José, entre otras opciones.
Tercero, esta misma idea de reparación debe hacer posible una “comisión ciudadana de la verdad”, que permita reconstruir lo que ha sucedido. Ese pasado jurídico que ya los entes de control dejaron en plena impunidad y por lo cual hoy será difícil ver sancionados a los responsables.
Reconstruir una memoria no judicial, no sancionatoria, pero sí una memoria que organice el repertorio de errores, de corrupción, de falta de planeación y, sobre todo, de protesta y denuncia durante estos 10 años. Que así se responda a demandas sociales de verdad y justicia que no fueron satisfechas. En últimas, que se responda a esta falta de investigación integral que impidió conocer en detalle aquellas conductas que no se pueden repetir en proyectos que vengan de igual o similar dimensión.
“Una justicia demorada durante demasiado tiempo equivale a una justicia denegada”. Fue lo que recordó Martin Luther King Jr desde su confinamiento en 1963. Esa es la espera que vive hoy la comuna San José. Y como esperar cada vez les hace más daño, nos han invitado a conversar y a construir juntos esta esperanza del cabildo.
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