Steven es un joven de dieciséis años que estudia en un colegio público de la ciudad y quien en la actualidad está terminando sus estudios de bachillerato. Como todos los estudiantes de último grado presentó las Pruebas Saber 11, pero obtuvo excelentes resultados; además, obtuvo su ingreso directo a la Universidad Nacional de Colombia por su elevado puntaje en la prueba que para tal fin convoca la primera universidad pública del país. Y no está de más decir que sus desempeños académicos en las evaluaciones de cada una de las materias son igualmente buenos.
El joven estudia en un colegio cuya misión implica formar a estudiantes con el propósito de ingresarlos a la universidad pública, y por eso cursa la profundización en ciencias básicas de la ingeniería, una profundización exigente a la cual Steven ha respondido con suficiencia y competencia. Puesto que su caso es semejante al de muchos estudiantes colombianos de nuestro país que se niegan a aceptar una vida de desgracia y de desesperanza que pareciera marcarles el rumbo de sus existencias, no sería extraordinario si desconocemos la historia de vida de Steven. Vive solo, paga una habitación en una casa de familia que no es la suya, y en lugar de contar con el amor y el apoyo de su padre, recibe a cambio todo el desprecio y el odio, al punto de que su padre le exigió a su madre que tendría que escoger entre ellos dos con quién se quedaba, porque en la vida no había espacio para ambos. A pesar de que su madre decidió proteger y amparar a su hijo, este decidió hacerse a un lado y facilitarle las cosas a su querida madre.
Steven es un comerciante informal y todos los días a las cinco de la mañana está en la plaza de mercado de la ciudad comprando al por mayor la mercancía que vende al detal en vías céntricas de la ciudad. Él comercia aguacates durante toda la mañana, hasta las once más o menos, porque a esa hora debe estar de regreso hacia su casa para comenzar su jornada académica. Es muy ordenado con sus recursos, y además de cubrir sus gastos de sostenimiento, alcanza a ahorrar e incluso cuando siente a su mamá en apuros económicos la asiste con parte de sus obligaciones. Pero como si todo lo anterior fuera poco, la bondad de corazón de este chico es desconcertante: “Yo no renuncio al sueño de tener a mi papá a mi lado, abrazándonos y luchando juntos por sacar adelante esta familia, yo a él lo quiero mucho y él lo sabe, solo falta que a él se le despierte el amor por mí”.
Quise compartir esta historia hoy, primero, como un testimonio de admiración y reconocimiento a este joven que siembra sueños en medio de la tiniebla de su vida, porque como esa flor de loto que se inca majestuosa sobre el fango, Steven iza la bandera de su vida y la hace ondear en los vientos de esperanza; además, esta historia debe compartirse con quienes navegan en mares de oportunidades y con aquellos que como Steven cruzan sus vidas por intransitables trochas. Para unos y otros esta debe ser una lección de vida que aliente el espíritu, venza la adversidad y temple el carácter. Sin duda alguna, testimonios como este se convierten en grandes lecciones que no deben ser ajenas a la agenda escolar y que, por el contrario, han de convertirse en el principal insumo didáctico que nutra la formación de los estudiantes. Leyendo la historia de Steven viene a mi memoria ese gran pensamiento de Winston Churchill: “La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor”.
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